De los cientos de trabajos de fin de carrera que surgen al año de las academias de cine de todo el mundo, es curioso que haya sólo uno que acapare todas las miradas de los organismos del medio más prestigiosos. En este caso, "Head Over Heels" viene de pasar por Annecy -entre otros festivales- en las categorías paralelas a la principal, es decir, de tapadillo, pero sorprendentemente no sólo se ha colado entre los 10 cortos de animación preseleccionados para el Oscar (veremos si queda entre los cinco nominados, pero debería) si no que los académicos del medio, que forman los Annie Awards, lo han nominado también... en una categoría nueva, que casi parece la excusa para que éste esté presente y puedan darle el premio.

No es para menos porque Head Over Heels, lejos de ser un trabajo excepcional, sabe aprovecharse de sus ligeras imperfecciones para convertirlas en armas dándole más importancia a los aciertos. ¿La historia? Un matrimonio que vive separado, literalmente: él en el suelo, ella en el techo. No hay ni una pizca de humor looneytunesco, si no un retrato de este par de personajes con su forma de relacionarse abrazando más un dramatismo kafkiano que la sonrisa cómplice o la carcajada sonora. Animada en stop-motion, esta fábula terrenal funciona porque en pocos minutos consigue dibujar la personalidad a un par de monigotes que podríamos entender como comunes, cercanos, logro mayúsculo al servicio del cual está un buen trabajo de guión y un apartado técnico asombroso. Podría haberse quedado en la anécdota, como el corto francés de similar concepto "Reverso" (2012), pero hay suficiente entidad y fuerza en "Head Over Heels" como para que pueda destacarse como un trabajo notable, de interés, que esperemos sea reconocido como tal y no caiga en el olvido.