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Caith_Sith rating:
5
Adventure. Romance A long-awaited film from Alejandro Amenabar (Sea Inside, The Others) set in the ancient Egypt. A historical drama set in Roman Egypt, concerning a slave who turns to the rising tide of Christianity in the hopes of pursuing freedom while also falling in love with his master, the famous female philosophy professor and atheist Hypatia of Alexandria.
Language of the review:
  • es
October 30, 2009
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Hay algunos narradores únicos en la historia del cine, capaces de hablar de cualquier tema y hacerlo con pasión y al mismo tiempo, sin dejar de lado su visión personal de lo narrado, hacer cine “para todos”. Kubrick fue capaz con 2001 de realizar una obra clave de la ciencia-ficción, que quizá no fuese lo que todo el mundo quería aceptar en aquella época, pero que tenía personalidad, entidad. Lamentablemente, por mucho que se compare a nuestro Amenábar con el genio británico, la realidad es mucho más dura: no, Alejandro, no eres Kubrick.

El problema de Ágora no reside en su calidad cinematográfica, fuera de toda duda (otra cosa no, pero Amenábar sabe dirigir y seleccionar planos y encuadres). Es en su indefinición donde encuentra los errores, es un film que quiere contar mucho en poco tiempo, que divide su historia en tres personajes y es incapaz de profundizar en ninguno de los mismos. No importa bien poco el drama de esa Hipatia a la que da vida lo mejor que puede una esforzada Rachel Weisz, de la misma forma que estoy cansado del esclavo que se convierte en hombre libre y del adolescente intolerante que encuentra en el poder una forma de madurar. Todo lo que nos quiere contar Amenábar suena a rancio, a telefilm, a manual. No consigue que su pasión por la astrología traspase la pantalla; no es Kubrick.

Amenábar no nos deja entrar en su cabeza, nos obliga a ser espectadores pero no partícipes, no enfoca la historia desde el punto de vista de sus personajes sino desde el suyo propio, actuando de forma egoísta, ridícula en cierto modo. Todo esto subyace en un guión que hace aguas por todas partes, que se apoya en unas metáforas visuales tan, tan obvias, como finalmente insuficientes. Lo que le falta a Ágora (profundidad en sus personajes, un análisis más concienciado y no tan obvio de las religiones) lo compensa, en parte, con unos apartados técnicos deslumbrantes, algunas secuencias fantásticas y, especialmente, una potente BSO.

Más allá de eso y reconociendo que no aburre. Ágora no deja de ser un cascarón vacío que pudo haber sido una película americana del montón, pero que en cierto modo gana fuerza cuando vemos que ha sido rodada “en España” sin que se note en los aspectos técnicos. Sólo eso destaca en este fresco sin alma firmado por el hasta ahora eficiente Amenábar, demostrando que es uno de esos realizadores que, cuanto mejor “hacen” sus películas (a nivel visual y técnico en general), más vacías les quedan en lo que verdaderamente importa: el arte de contar una historia.
Caith_Sith
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