¿Hace falta recordar por qué Michael Mann está considerado uno de los mejores directores en activo de la actualidad? Con una habilidad innata para la dirección, habiendo entregado maravillas del cine de acción (Collateral, Heat) e incluso dramas como la fantástica -e infravalorada- "El Dilema", Mann se ha sabido hacer un hueco en el cine reciente, con films comerciales pero de calidad, si bien no siempre ha hilado fino y por el camino ha dejado producciones menores como "Corrupción en Miami" o la desaprovechada "Alí". Con "Enemigos públicos" todo parecía perfecto. Mann volvería al cine grande, a un film con sabor a clásico, con una historia realmente interesante y un reparto de impresión: Depp, Bale y Cotillard, nada menos, como los tres personajes principales de una historia que prometía ser apasionante.

Lamentablemente nos encontramos ante la cruda realidad: no lo es. La trama, adaptada desde el libro de Bryan Burrough, sigue una etapa de la vida del atracador de bancos John Dillinger, considerado en su momento el criminal más buscado de América, y de cómo un agente del FBI, Melvin Purvis, debía darle caza. Es una lástima que con esta premisa los guionistas no hayan sabido dosificar la historia para tratarla de forma profunda, sin pararse en episodios prescindibles de la vida del personaje de Depp, relegando al de Bale y dejándole, como mucho, apenas una media hora en pantalla de los 140 minutos que dura el film. Una de las claves del cine de Mann era definir a los personajes, hacerlos creíbles, palpables. Aquí esta habilidad se intuye por momentos pero no se consolida. Nos creemos a Depp, a su carismático atracador de bancos, a un Dillinger notable. Pero nada más.

Lo mismo que sucede con Bale ocurre con Cotillard. La actriz francesa se entrega a un personaje al que le han cortado las alas, incapaz de alzar el vuelo en los momentos en los que debería, entregando una interpretación correcta pero que dista de la excelencia. Y sólo un guión insuficiente es lo que echa por tierra una de las películas contemporáneas más "clásicas" de los últimos años, un canto al cine de gangsters de los 40, magistralmente dirigido por Mann, con una puesta en escena asombrosa y algunas escenas que remiten -y superan- a las más aclamadas de Heat. Mann cumple, como siempre, su cometido, ofreciendo momentos dignos de recordar. Lástima que no esté todo a este nivel y, al final del film sólo podamos lamentarlos por que las cosas se hayan quedado a medias y "Enemigos públicos" caiga en el lado de las películas imperfectas y, más allá de eso, en el saco de las películas que lo tenían todo y se quedaron sólo a un paso de ser memorables. Lo mismo que le sucedió a "American Gangster", si bien Scott estuvo más cerca de lograrlo que Mann.