Quizás un nuevo género de cine que, aunque ya lleva tiempo en las pantallas, no se acaba de aceptar, entender o incluso de etiquetar. No se inventa nada nuevo, esto es pura coreografía estilo Hong Kong, a la que se le intenta rizar todavía más el rizo. ¿Qué podemos inventar que no se haya visto ya?, es esta la única preocupación de los "guionistas" de productos así, ya que el guión, si es que existe, es una banal excusa para ir mostrando las sucesivas increíbles exhibiciones del héroe, más que superdotado, al lado del cual Superman se queda en un mero chistecillo.
La cosa, para concretar, se resume en lo siguiente: te vamos a ir mostrando una serie de fantasías y mentiras adornadas de cabriolas circenses, y tú te diviertes.
Porque aquí no hay más, puro entretenimiento visual, casi como las películas lisérgicas de los setenta para colgados del LSD que se proyectaban en salas clandestinas. Flipa en colores tío, no preguntes nada, ríete y vete.
Y es verdad que te ríes, porque hay que reconocer que la imaginación de los coreógrafos de acción no tiene límites. El tiroteo mientras el Owen se calza a la Bellucci es impagable, lo mejor de esta feria. ¿He nombrado a la Bellucci?, kopón qué rebuena sigue estando, es increíble, viva la madurez. ¿Y todos estos qué hacen aquí?, el elenco de actores es para tener en cuenta. Esto es carne de mamotretos como Van Damme o Dolph Lundgren. Uno se pregunta cuánto habrán cobrado.
Uno critica estas cosas porque al final de la corrida (de la de toros), estamos ante un producto honesto. La intención está clara y nunca se hizo mejor mención al título que en este film, pim, pam, pum, fuego, sin descanso, a ritmo de video-juego, que de eso se trata finalmente.
Absurda, gratuíta, desvergonzada, pero más que entretenida si te va la acción. Ahora, no se te ocurra decir durante el visionado cosas como "¡halaaaa!" o "¡vaya bola!" o "mira, si tiene veinte detrás disparándole y no le dan ni una", porque entonces no estás entendiendo este género de películas chiste, violencia ficción, fantasiacción o como narices se tengan que llamar.
Eché de menos el mando de la Play durante la proyección.