Berg y Wahlberg no sólo tienen en común una parte de sus apellidos, sino que han encontrado un filón que explotar: eligen sucesos reales llenos de acción y los llevan a la gran pantalla con un sello que poco a poco se está convirtiendo en marca de la casa.

Y lo hacen con un compromiso más o menos fiel a la realidad, con una acción desmedida y a menuda caótica pero muy pegadiza para el espectador. Ese ritmo que impone el director es seguido por el actor como si fueran un tándem explosivo. Tanto en “El único superviviente” como en “Marea negra” entienden la acción como un modo de contar la historia, y lo volverán a hacer, seguro, en la próxima “Día de patriotas” en la que narrarán ese episodio terrorista en la maratón de Boston.

Como película en sí, “Marea negra” comienza con una escueta presentación de personajes principales, algo que se echa de menos porque la fuerza de lucha es esencial y entender algo de su pasado hubiera sido ideal. Al guión le interesa empezar pronto la acción y por esto no podemos esperar desarrollo de los personajes. Ese núcleo de la película llega pronto, y a partir de ahí todo se convierte en una sucesión de explosiones que ocurren en medio de la noche. A Berg se le da bien este tipo de dirección y aunque en muchas ocasiones el espectador no sepa con claridad lo que está pasando, es casi hipnótica esa forma de mover la cámara.

Wahlberg, que vuelve a ser uno de los protagonistas con menos expresión de todo Hollywood, ha aprendido a dar lo que Berg le pide, y está obteniendo cierto éxito por trabajos en los que su limitada capacidad de interpretación no es un problema real. Su trabajo se limita a ser un superviviente más sino fuese por ese pequeño discurso hacia el final que le diferencia de los papeles que interpretan Hudson, Malkovich o Rusell. Todos tienen un número de frases limitadas que a sus fans les sabrán a poco.

Entretenida película sin demasiadas pretensiones que entra en combustión con facilidad y en la que se notan el pulso en la dirección de un Berg con mucha experiencia y la facilidad de Wahlberg para adaptarse a estos roles. Lo demás es artificio, pero con calidad.