Parecerá mentira pero es la segunda vez que veo esta película y no la he vuelto a ver desde su estreno en cines hace doce años cuando yo tenía apenas cinco años y nunca se me olvidó la escena final que tanto conmueve al espectador. Precisamente por el extenso paso del tiempo sin verla me ha emocionado mas y lo he sentido como si fuera la primera vez que veo esta película, como si fuera nueva. Ver la maravillosa fotografía, la reconstrucción del coliseo romano a la perfección, oír la excelentísima composición de Hans Zimmer y sentir la actuación del espectacular Russell Crowe además de oír a Enya con su maravillosa voz en los créditos finales con Now we are free me han paralizado todos los sentidos para centrarme en esta obra de arte de la que afirmo que no conozco a nadie al que no le guste esta película y digo que quien odie esta cinta no ama el cine de verdad. Las actuaciones son magníficas, las escenas de lucha son perfectas ya que aunque son sangrientas el señor Ridley sabe manejar el aspecto de la sangre sin llevar a cabo una orgía sangrienta como han hecho los señores Zac Snyder en 300 o Neil Marshall en Centurión. Visualmente es magnífica, el vestuario y la puesta en escena son fabulosas y pese a que su guión no derroche originalidad nos muestra dialogos excelentes y momentos intensivos e inesperados además de impactantes como el descubrimiento de Máximo Décimo Meridio en el coliseo ante Kómodo. Ridley pese a no haber escrito el guión ha sabido manejar las bazas artísticas a la perfección, eligiendo a los actores perfectos, la banda sonora perfecta y los efectos visuales perfectos. Una aventura de dimensiones épicas que entretiene de principio a fín y que en cuanto a ritmo no decae durante la cinta. Djimon Hounsou hace un estupendo papel mostrándonos empatía en la última imagen de la cinta de la que hacen un final inesperado para el espectador que la ve por primera vez. Sí, un Russell Crowe en su salsa buscando venganza para el que le quitó a su familia, el despiadado Kómodo interpretado estupendamente por el gran Joaquin Phoenix (estupendo en La noche es nuestra) y una aceptable Connie Nielsen derrochando temor hacia el asesino Kómodo. Richard Harris pese a lo poco que sale nos dejó un toque de nostalgia con una aceptable y difunta casi retirada del cine. En fín, una película que ha hecho historia en todos los ámbitos y que seguirá pasando por generación tras generación sin envejecer absolutamente, sencillamente porque ya han pasado doce años y parece que la sacaron ayer. Una obra maestra emocionante y entretenida a más no poder. La recomiendo.