A un tema que daba para apretar el acelerador a fondo en el melodrama Stephen Frears le imprime un tono de comedia leve con algunos momentos hilarantes. Para ello tiene a su disposición a 3 grandes intérpretes.

Meryl Streep compone a una millonaria amante de la música que pone su dinero a disposición para desarrollarse como una cantante lírica, sin tomar conciencia de que carece por completo de talento y de que canta —si se me permite la expresión— como el culo. Hugh Grant en el doble rol de un marido chupa sangre pero a la vez protector de su mujer y celoso guardián de las críticas demoledoras que los delirios de la misma provocan y que él intenta ocultar o sobornar. Y un magnífico Simon Helberg que hace de pianista acompañante y que es a la vez algo así como el ojo incrédulo (y también el oído) del espectador, o sea nosotros, que no podemos dar crédito del "canto" (más bien berrinche y gritería) de Madame Florence Foster Jenkins.

Aunque hay una extraordinaria reconstrucción de época de la década del 40 el guión tiene muchos baches en las motivaciones íntimas del matrimonio y en el aprovechamiento que muchos (algunos famosos como Arturo Toscanini) hacen del dinero que brota de las manos generosas de la malograda cantante; asimismo hay un par de personajes secundarios que no se desarrollan y quedan como descolgados de la historia. Pero esto no importa porque todo el peso del filme se apoya en los extraordinarios intérpretes principales.

Si quieres pasar un rato divertido te recomiendo esta película.