Curioso este nuestro mundo. Gobernado por unos pocos que parecen haber olvidado de donde les vino el poder del que creen ser únicos dueños y señores. Las "democracias" occidentales, viven amparadas en un sistema de valores totalmente en decadencia. Una crisis que no es reciente, sino que tiene sus orígenes en las raíces de un poder concedido por el pueblo, para someter al pueblo a los designios de una codicia suprema que es capaz de los mayores desfalcos y errores de la historia. La corrupción, las mentiras, y los abusos no son temas que hayan surgido con esta última crisis que estamos sufriendo en nuestras carnes mientras unos muchos se lucran a nuestra costa; la política nació de la mano de esta nueva casta social que se cree con el poder de pasar por encima de todos los que han cimentado su posición. Para ello, que mejor que usar todos los mecanismos que tengan al alcance de la mano. Y uno de los más poderosos, son los medios de comunicación. Ese cuarto poder capaz de sepultar estados bajo la tinta de sus noticias. Un mundo donde la objetividad se vende cara, en pos de una manipulación mediática desquiciante que corrompe aún más si cabe, las bases de nuestra adormecida sociedad.

Dentro de ese mundo oscuro, se esconde personas que aún tienen fe en el poder de la palabra como arma arrojadiza para desvelar las mentiras de turno y los complots más aberrantes de los que somos víctimas. Héroes que muchas veces son silenciados por el poder, para evitar que las heridas abiertas por el trabajo de estos profesionales sangren más de la cuenta. Gary Webb, fue uno de esos hombres que, desde la tribuna de sus teclas, se atrevió a desafiar las normas establecidas, haciendo tambalear todo un imperio de mentiras y falsas decisiones que, como tantas otras veces, termino imponiendo su mano todopoderosa sobre el más débil.

Michael Cuesta, director criado a la sombra de la, también conspiranoica serie "Homeland", aborda con oficio, y beneficio esta historia, fusionando su labor a la de un magnífico Jeremy Renner. Ambos, abordan este sangrante drama, intentando ofrecer una mirada crítica y abierta al conflicto que originó y que se desarrolló alrededor de la figura del mencionado Webb. Una película que arranca de manera notable, como un gran ejercicio de intriga política en la que cada pieza, bien engrasada, hace avanzar la cinta hacia unos derroteros más cercanos al drama personal del protagonista que, si bien puede hacer a muchos perder la fe en el relato, consigue llegar a buen puerto gracias a la excelente labor del reparto que encabeza Renner con un trabajo sólido y más que eficaz.

Es cierto que Cuesta, pretende abarcar muchos géneros en esta apuesta, pero la jugada, no le sale tan mal, gracias a un valiente ejercicio en el que sabe mantener tenso el hilo del drama, y perfectamente trenzado con el de el suspense. de esa manera, "Matar al mensajero", se presenta como una valiente oda a ese periodismo que parece en desuso, y gracias al cual, muchas veces, las voces de la verdad llegan a los oídos de aquellos que realmente ostentan el poder del que creen que son víctimas: el pueblo.