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dTom Forrester rating:
8
Sci-Fi. Drama This film follows the 'life' and times of the lead character, an android who is purchased as a household robot programmed to perform menial tasks. Within a few days the Martin family realizes that they don't have an ordinary droid as Andrew begins to experience emotions and creative thought. In a story that spans two centuries, Andrew learns the intricacies of humanity while trying to stop those who created him from destroying him.

Language of the review:
  • es
March 9, 2011
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De vuelta a los mundos del fenómeno Asimov, y sus tres leyes de la robótica.

En este caso nos encontramos con un bellísimo y emotivo drama que nos narrará la experiencia de un ser inmortal, que verá el pasar de las generaciones de la propia familia que le acoge: su familia.
Pronto demuestra ser un robot único, capaz de comprender el arte y las emociones, a diferencia del resto de sus réplicas. No obstante, en lo que respecta a lo filosófico, el mensaje viene a ser el mismo que el de "Yo, robot", que a su vez está basado en la misma serie de relatos y novelas del autor soviético.
Sin embargo, esta historia en concreto, irá más allá, centrándose en la voluntad y su increíble poder: la voluntad de que algo ocurra, al precio que sea, cueste el tiempo que cueste, aunque sean doscientos años de espera.

Robin Williams demuestra su versatilidad interpretativa, pese a su tendencia a infantilizar la estética de cualquier film en el que trabaja, conmoviendo hasta hacer llorar al espectador, de una forma tan bella como inocente. Embeth Davidtz se mostrará preciosa, la mujer virginal y bella que puede conquistar el corazón de un ser tan perfecto como Andrew (Robin Williams). Sam Neil se olvidará de perseguir dinosaurios, interpretando un bonito papel, muy humano. Y el resto del reparto cumplirá su objeto, mostrando una increíble profesionalidad en la ejecución.

La dirección es, como ya he dicho en otros aspectos, muy profesional y sin fallos considerables. El guión está muy bien estructurado, sin vacíos ni lagunas que lleven a la confusión. La puesta en escena y la dirección artística, preciosa. La postproducción digital, perfectamente diseñada, mostrándonos -sin resarcirse en absoluto- las fantasías tecnológicas que pueden acontecer en los próximos doscientos años, sin exagerar, en absoluto, dentro de un marco de lo más verosímil. Respecto a la música, qué se puede decir de James Horner, a parte de su veterana maestría.

Y, por lo demás, una película para todos los públicos, repleta de belleza y mensaje, filosofía de las cosas sencillas y complejas al mismo tiempo.
No querrás que acabe.
dTom Forrester
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