Una vez despejadas las dudas de si Peter Jackson iba a ser capaz o no de levantar su ambicioso proyecto, sólo restaba saber cómo iba a arreglárselas para mantener el nivel de la primera película al abordar una segunda entrega que se complicaba aún más por la diversificación estructural y el progresivo aumento de la oscuridad del relato. “Las Dos Torres” no sólo calló la boca a los posibles escépticos que todavía dudaban de su capacidad, sino que vino a confirmar que el orondo neozelandés se las estaba arreglando muy bien en ese mundo de elfos, trolls y Señores Oscuros. La aventura se engrandece. La historia se hace más épica. No hay casi un segundo de respiro. Se profundiza mucho más en los personajes, en el desarrollo de la trama, y el ritmo narrativo es un continuo crescendo que desemboca en unos cuarenta y cinco minutos finales de quitarse el sombrero. La película está plagada de grandes momentos pero la batalla del Abismo de Helm, pasaje imprescindible de la novela y el clímax total de la película, no tiene nombre. Tan siniestra y espectacular que corta la respiración. La noche, la tormenta, los rugidos de la bestias, las flechas hendiendo la oscuridad, las espadas desenvainándose ante el fragor de la guerra. Excelente. Un capítulo intermedio absolutamente memorable.