Es una pena que ciertas películas queden en una mera idea y ocurrencia, que nunca llegue a materializarse en un hechizo que atraviese nuestro corazón para condenarnos al amor eterno. ¿Qué pretendía David Gordon Green? ¿Una comedia medieval al rebufo de “Superfumados”? ¿Una vía para el lucimiento de su estrella en “Eastbound & Down” con James Franco? ¿Qué pinta Natalie Portman en una película en la que no se pinta nada? ¿Lucir palmito? ¿Igualar a Halle Berry y conseguir un Razzie después de un Oscar?

“Caballeros, princesas y otras bestias” se queda en un imposible, en un hechizo sin mago y en un ataque sin espada mágica condenado al desastre. Sin el extremo mal gusto y la flagelación de la parodia de “Kröd Mändoon and the Flaming Sword of Fire” ni tampoco como una revisión habitual y genial a la que nos tiene acostumbrado Edgar Wright con “Zombies party”, “Arma fatal” o “Scott Pilgrim contra el mundo”. Es más, se esperaba de la cinta de David Gordon Green lo que hubiera sido una revisión del género fantástico por Wright. Se queda en chistes fáciles aunque útiles (en una gran minoría) como un «Si tu vagina se parece a mi mano no habrá problemas» y una apología del falo-fácil… en una película nacida de un mero gag funcional de medio minuto en una gala de premios parodiando a una de las nominadas. ¿Para qué queremos una película como ésta si teníamos “El ejército de las tinieblas”?

“Your Highness” (Caballeros, princesas y otras bestias para los amigos) ha alcanzado el muy deficiente para la crítica americana y la considera una de las peores películas de lo que llevamos del año. Razón en parte no les falta porque aquí sobra todo. Y es que todo se basa, al parecer, en mamar rabos pero con único problema: que nadie se mira el pito.