Tengo que estar bajo los poderosos efectos de un terrible y peligroso hechizo porque me ha encantado “Blancanieves (Mirror, Mirror)”. ¿Se transformará esta crítica en calabaza cuando sean las doce de la noche? ¿Por qué nadie se cree que después de ese horrible trailer estamos ante una de las mejores comedias del año? ¿Les estoy contando acaso un cuento? ¿Comerán ustedes al final también perdices o me las tirarán a la cabeza? Espejo, espejito… ¿Por qué le ha gustado tanto esta película a este ser maldito?
Aunque “Grimm” y sobre todo “Érase una vez” han puesto de moda el mundo de los cuentos integrados en nuestros tiempos, el 2012 será de Blancanieves. Antes de que Kristen Stewart y Charlize Theron se calienten el canelón, Tarsem Singh nos ha regalado un prefecto cruce de “La princesa prometida” y “Muchachada Nui”. Todo un empacho de color, vistosidad rococó y excentricidad habitual del director pero dirigiendo sus miras, aparte de a los nevados y plásticos paisajes, a crear una especie de ‘cartoon’ con actores reales.

Los planteamientos del director de “The Fall: El sueño de Alexandria” en la puesta en escena pasan por el set a modo de sitcom. El potencial cómico de “Blancanieves (Mirror, Mirror)” se basa en exprimir y reinventar las líneas del cuento original sin saltarse los reglones. El acercamiento es ubicar su película en la cuerda floja de la spoof movie y el humor absurdo, pero delimitando y ensanchando dicho y delgado hilo con la comedia de situación. El resultado no puede ser más satisfactorio y ‘chanante’ a la par que sorprendente. Se mantienen los trazos generales de la comedia romántica, se añade una inaudita sofisticación en el vestuario y envoltura bordeando la elegancia y el ridículo y, al mismo tiempo, se aleja de la revisión socarrona y escatológica de los cuentos que vimos en “Shrek”.

Tarsem Singh ha conseguido un filme sorprendente, lleno de humor absurdo y genial, capaz de rendir tributo a Robin Hood a lo Cirque du Soleil o regenerarse en una cinta de Bollywood. Eso sí, el diseñador de Björk en los Oscars de 2011 debería plantearse poner una demanda. Aunque en el fondo este filme sea como el traje con el que impactó a medio planeta la cantante islandesa. Algunos verán frivolidad, otros extravagancia, unos algo aterrador y otra porción absoluta originalidad y genialidad. Pasen y paseen por la alfombra roja que les llevará a este Reino Mágico y, por supuesto, opinen, critiquen, señalen pero no se olviden de reír.