Lo bueno: trama absorbente que te va atrapando de forma progresiva. Técnicamente es impecable. Los actores en estado de gracia, para mi mucho más Woody Harrelson que Mathew McNosecuantos, cuyo personaje está más pensado para molar pero que a mi entender consigue menos que un Harrelson más contenido (incluso para lo que suele ser él).

Lo malo: es más previsible de lo que pretende (yo al menos fui capaz de ir viendo por donde iba la trama central casi desde el primer momento). Topicazos sobre el ambiente opresivo del Sur de EE.UU. -luego diremos de los estereotipos sobre los andaluces, pero los white trashers yankees deben estar hasta los webs de ciertas cosas- como fuente de patologías sociales, algo visto mil veces en slashers menos presuntuosos. Cierta sensación de artificialidad, de serie pensada para ser "mítica", producto HBO (algo que cada vez creo pasa más y que puede ser un efecto secundario no deseado de esta edad de oro de la televisión). Y el personaje de McCoffcoff, que al final era poco menos que Batman (gran detective, cazador de primera, un hacha en el combate físico, capaz de infiltrarse en bandas y de allanar casas de alta seguridad, moralidad intachable pero personalidad torturada...).

Lo regular: durante buena parte de la serie el mensaje no me gustaba nada. Venía a ser: nuestra sociedad es una farsa que crea reglas falsas para presuntamente controlarnos, pero que en la práctica crea monstruos que se las saltan por detrás. La alternativa es la actitud nihilista del que sabe que todo es mentira y un gigantesco absurdo carente de sentido. Al final se da la tercera opción posible: hacer lo correcto y estar juntos es mejor que nada. Pero para mi gusto con un barniz de filosofía de baratillo y el puñetero puntito espiritual del que parece imposible librarse cuando uno habla de ética y moral (pero que se puede y se debe).

En conclusión: serie notable, pero para mi gusto muy alejada de las grandes de verdad.