Una de las primeras aportaciones al cine, sobre el asunto de manejar ciertos virus en los laboratorios con fines no muy claros... o por decirlo de otra forma, con fines militares. Hoy en día, el film, tal vez haya envejecido algo mal...con todo lo que hemos visto años después sobre este mismo tema, pero eso no le resta su interés. Actualmente después de haber visto tantas y tantas películas sobre infectados y más tarde zombies...está queda un poco trasnochada, pero no hay que olvidar su año de producción, y que aquí no son zombies, sino, infectados que se convierten en psicópatas asesinos.
Todo empieza en un laboratorio, a priori, biológico, para la experimentación agrícola, en el que se trata genéticamente a ciertos vegetales, con animo de acabar con el hambre en el mundo. Pero la realidad es otra, y bajo ese escaparate de buenas intenciones, una parte del laboratorio se dedica a otra cosa bastante más oscura. Tras el inevitable accidente bacteriológico, se suceden las alarmas, los primeros enfermos, el sellado del laboratorio...y la lucha exterior de familiares que no saben realmente el porque del sellado del laboratorio, y de científicos, policías y agentes del FBI, cada uno con sus propios intereses... mientras que en el interior de el edificio sellado, este se convierte en una ratonera, en la cual los infectados convertidos en asesinos dementes, tratan de dar caza a los no infectados...
Interesante reparto, con Sam Waterston, en el papel de científico bueno recién salido del éxito mundial de "Los gritos del silencio" (Roland Joffe,1985), el siempre eficaz e inexplicablemente infrautilizado Yaphet Kotto (Alien, 1979), una jovencisíma y guapisíma por cierto; Kathleen Quinlan, (Horizonte final, 1997), ese secundario de lujo como es Richard Dysart, (Profecía maldita, 1979) y Jeffrey DeMunn, visto últimamente en la serie de tv "The walking dead", (2010).
Dirige Hal Barwood, más conocido por sus trabajos como guionista, (Loca evasión, Spielberg, 1974), que como director, ya que prácticamente este es su única aportación a la gran pantalla.
Lo dicho, interesante, pero con cierto tufillo inevitable a naftalina...