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Spain Spain · Valencia
Talladal rating:
7
Film noir. Thriller. Mystery Low budget director Edgar G. Ulmer cemented his reputation with this downbeat film noir masterpiece. It has since inspired countless filmmakers. The use of minimal sets and rear-screen projection gives a feeling of a claustrophobic nightmare as Al (Tom Neal) a down-and-out piano player, hitchhikes from New York to Los Angeles in order to be with his singer girlfriend (Claudia Drake). Fate has other plans for Al when he steps into the ... [+]
Language of the review:
  • es
April 17, 2011
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El férreo destino, al final, lo gobierna todo. Muchas veces creemos que elegimos y gobernamos nuestras vidas, pero estamos equivocados, ya que, como en esas pesadillas en que hay un mal prefijado al que sucumbimos paulatina y fatalmente, las desgracias nunca vienen solas. En tales casos las casualidades se tornan causalidades en un diseño cósmico que nos abruma con su colosal horror. En estos momentos es cuando nos sorprendemos pellizcándonos por si habitamos en un sueño. El desvío a la desgracia es el sino del ser humano. Condenados a desear, jamás cumpliremos nuestros deseos más anhelados, como el autoestopista que se expone a que el fortuito encuentro le separe de su destino. La muerte es la parada final y su aciaga presencia clandestina brinda cínicamente el fruto envenenado de una ilusoria felicidad, tanto más amable como desgarrador será el desvanecimiento de la apariencia. La escasez de dinero, potencialidad pura, libertad concentrada, se empleará en repetidas ocasiones para intensificar la claustrofobia. El sísifo autoestopista escoge lo que la muerte le dicta en sucesivos actos de falsa libertad. Primero eligirá no ser libre para ser otro hombre. Después decidirá unir su destino a la femme fatale, embajadora de la muerte y la necesidad. La historia se nos cuenta con la artificiosa libertad del relato, donde es tan fácil encubrir la causalidad con el libre albedrío y, ante la desmesura de las funestas desdichas, se llega a desconfiar de tanta mala suerte, y a pensar si no será todo la mera racionalización de la coartada de un autoestopista asesino que podríamos ser cualquiera de nosotros.
Talladal
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