Si eres más o menos de su generación y has crecido con ellos, el efecto Toy Story 3 surge, pero en su versión salvaje. Cuando suena la banda sonora sé que estoy viendo una película con una marca personal que junto con el videojuego Tony Hawk marcó una época de punk rock californiano.

Alguna pega, la trama tiene un saborcillo americano (pero el título lo advierte y la película es americana). Y algún gag está muy visto. Pero qué carayo, es una película de género fiesta-teenagers. Y como tal, cumple y bastante. Aunque la primera fue la mejor y fue decreciendo la calidad hasta 0 en la 28ª entrega, esta última (que no es un spin off) me ha sorprendido, es amable, no maltrata a tu lógica y hasta emociona verles de nuevo a todos, en otra etapa, juntos, con sus más y sus menos.

Aunque sea ficción a mi me parece que están por ahí en una terracita perdida en Monrovia con su Laid de Matt Nathanson de hilillo musical celebrando la última fiesta de Stiffler.