Estuvieron las dos películas anteriores enteras para convencernos de que la policía, el Estado, los servicios sociales, etc. son todos gente mala y corrupta, y ahora resulta que son quienes ayudan a un simple periodista a resolver uno de los conflictos más grandes....puede hacerse, pero hace falta elaborarlo para que sea creíble, y en este caso no lo está.
Después, ese juicio mediocre, donde primero se muestra lo malos que son los malos, luego resulta ser que hay pruebas, luego que no, que no tienen nada y aparece la prueba de último minuto que desacredita absolutamente todo lo que dice el otro...y ni hablar de cuando la protagonista se enfrenta a su hermano, que justo no llevaba el arma encima (aunque estuvo con ella casi toda la película y la anterior también) y luego ella por alguna razón cósmica que desconocemos ya sabe que unos motociclistas lo buscan, y lo que es peor: los motociclistas van armados hasta los dientes, abiertamente y en pleno día, sin sospechar en absoluto de ese llamado anónimo....jaja perdón, pero parece un capítulo de los Power Rangers.