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Documentary
Drazen Petrovic and Vlade Divac were two friends who grew up together sharing the common bond of basketball. Together, they lifted the Yugoslavian National team to unimaginable heights. After conquering Europe, they both went to America where they became the first two foreign players to attain NBA stardom. But with the fall of the Soviet Union on Christmas Day 1991, Yugoslavia split up. A war broke out between Petrovic's Croatia and ... [+]
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- es
July 28, 2015
6 of 10 users found this review helpful
Bonito documental para los amantes del baloncesto, e interesante mensaje, como luego explicaré, para aquellos que dicen ser apolíticos o que piensan no tener nada que ver con la política.
El buen aficionado al básket podrá disfrutar con una bella selección de jugadas de dos gigantes del baloncesto europeo y mundial, ornamentadas con buena música clásica (¿se sabe de algo que no pegue artísticamente con la música clásica?). La narración logra transmitir la fortuna de Divac al ser seleccionado en el Draft por los Lakers del showtime, equipo al que este jugador le venía como anillo al dedo por su inteligencia y su habilidad para el pase desde el poste. También queda perfectamente retratada la grandeza de Petrovic al sobreponerse a un primer año de pocas oportunidades y ser capaz de llegar a mirar de tú a tú a los Dumars, Miller o el mismísimo Jordan. Porque el que es bueno nunca lo olvida en los momentos difíciles, y sigue preparado para demostrar su talento si se presenta la ocasión propicia.
También se nos cuenta el trágico accidente que terminó con la vida de este histórico jugador, en pleno auge de su carrera, junto con los momentos de dolor por los que pasaron sus allegados y todo un país (“tú lo pariste, pero ahora nos pertenece a todos nosotros”).
Pero por encima de todo, se puede extraer una enseñanza política a través de la ruptura de la amistad entre estos dos jugadores. Yo no conocía esta historia, y gracias a ello disfruté aún más la película, así que la analizaré en el spoiler:
El buen aficionado al básket podrá disfrutar con una bella selección de jugadas de dos gigantes del baloncesto europeo y mundial, ornamentadas con buena música clásica (¿se sabe de algo que no pegue artísticamente con la música clásica?). La narración logra transmitir la fortuna de Divac al ser seleccionado en el Draft por los Lakers del showtime, equipo al que este jugador le venía como anillo al dedo por su inteligencia y su habilidad para el pase desde el poste. También queda perfectamente retratada la grandeza de Petrovic al sobreponerse a un primer año de pocas oportunidades y ser capaz de llegar a mirar de tú a tú a los Dumars, Miller o el mismísimo Jordan. Porque el que es bueno nunca lo olvida en los momentos difíciles, y sigue preparado para demostrar su talento si se presenta la ocasión propicia.
También se nos cuenta el trágico accidente que terminó con la vida de este histórico jugador, en pleno auge de su carrera, junto con los momentos de dolor por los que pasaron sus allegados y todo un país (“tú lo pariste, pero ahora nos pertenece a todos nosotros”).
Pero por encima de todo, se puede extraer una enseñanza política a través de la ruptura de la amistad entre estos dos jugadores. Yo no conocía esta historia, y gracias a ello disfruté aún más la película, así que la analizaré en el spoiler:
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Durante el verano de 1990, año previo a los conflictos armados que se desatarían en Yugoslavia con el trasfondo del clamor independentista de algunas de sus repúblicas integrantes (entre ellas la Croacia de Petrovic), la selección yugoslava se proclamó campeona del Mundial celebrado en Argentina, con Petrovic y Divac a la cabeza. Mientras los jugadores festejaban la victoria, un aficionado saltó a la cancha portando una bandera de Croacia. Esto no gustó mucho a Vlade Divac, que increpó al aficionado y le arrebató la bandera, pues consideraba que aquel día había ganado la unión y el independentismo no pintaba nada allí. Los jugadores no le dieron mayor importancia al asunto y continuaron con las celebraciones. Como es evidente, los medios de comunicación se hicieron eco del asunto, y Divac se convirtió en héroe para Serbia (su república natal) y villano para Croacia. Naturalmente, el serbio no pretendía ni lo uno ni lo otro, pues con un sencillo gesto se había metido de cabeza entre un fuego cruzado que sentía como ajeno. Las consecuencias para él no tardaron en llegar, pues como se ha dicho Petrovic era croata y mantener su amistad con Divac le habría granjeado muchos enemigos, pudiendo llegar incluso a convertirse en un traidor a ojos de la opinión pública croata ( el documental muestra con claridad el recelo con el que los croatas siguen mirando a DIvac 20 años después de que el serbio afeara su bandera en aquel Mundial).
Yo no sé si Petrovic llegó realmente a odiar a su otrora amigo o si en el fondo pensaba que el gesto de Divac no contenía odio hacia el pueblo croata. Lo que sí está claro es que Divac había puesto un gran obstáculo en el camino de esa amistad, y lo había hecho inconscientemente, con un gesto que, al menos en principio, consideró intrascendente. A lo largo del documental, Divac expresa sentirse víctima de un fatídico malentendido, pues es de esos muchos que ven la política como un mero montón de tipos trajeados y ambiciosos que se pasan el día peleándose por ésta o aquélla parcela de poder, mientras los demás podemos jugar tranquilamente al básket con los amigos sin que nada de ello nos afecte demasiado.
La enseñanza que podemos obtener de ésta gran historia es que desentenderse de la política no solo implica renunciar a entender lo que se dicen Rajoy y Pedro Sánchez en el Congreso, sino que puede llevarte incluso a no ser capaz de empatizar en momentos clave con los que tienes más cerca, sintiéndote un absoluto incomprendido (el asunto no sólo afectó a la amistad de Divac con Petrovic, sino que también provocó el distanciamiento de otros jugadores croatas con él, hasta el punto de que Divac decidió no ir al entierro, tras el accidente, del que había sido su amigo). Porque la política es la forma de interacción que existe entre nosotros y la sociedad de la que, nos guste o no, formamos parte. La humanidad no es una mera suma aritmética de individuos, sino que es sobre todo las relaciones que se dan entre ellos. Y pasar de ello significa pasar de comprender lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Ni más ni menos.
Yo no sé si Petrovic llegó realmente a odiar a su otrora amigo o si en el fondo pensaba que el gesto de Divac no contenía odio hacia el pueblo croata. Lo que sí está claro es que Divac había puesto un gran obstáculo en el camino de esa amistad, y lo había hecho inconscientemente, con un gesto que, al menos en principio, consideró intrascendente. A lo largo del documental, Divac expresa sentirse víctima de un fatídico malentendido, pues es de esos muchos que ven la política como un mero montón de tipos trajeados y ambiciosos que se pasan el día peleándose por ésta o aquélla parcela de poder, mientras los demás podemos jugar tranquilamente al básket con los amigos sin que nada de ello nos afecte demasiado.
La enseñanza que podemos obtener de ésta gran historia es que desentenderse de la política no solo implica renunciar a entender lo que se dicen Rajoy y Pedro Sánchez en el Congreso, sino que puede llevarte incluso a no ser capaz de empatizar en momentos clave con los que tienes más cerca, sintiéndote un absoluto incomprendido (el asunto no sólo afectó a la amistad de Divac con Petrovic, sino que también provocó el distanciamiento de otros jugadores croatas con él, hasta el punto de que Divac decidió no ir al entierro, tras el accidente, del que había sido su amigo). Porque la política es la forma de interacción que existe entre nosotros y la sociedad de la que, nos guste o no, formamos parte. La humanidad no es una mera suma aritmética de individuos, sino que es sobre todo las relaciones que se dan entre ellos. Y pasar de ello significa pasar de comprender lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Ni más ni menos.