Tras unos minutos iniciales no muy brillantes, durante los cuales se suceden las gracias y piruetas de Marty Feldman, la película deriva hacia una, por momentos, divertida comedia sobre la paranoia religiosa de la moderna Norteamérica. En este sentido, los personajes del inefable Dr. Melmoth o del egocéntrico y psicópata mesías Armaggedon están muy logrados, tampoco está mal el de Dios, para mayor "inri" negro. El resto de las situaciones discurren por los previsibles cauces y no tienen nada de extraordinario.