Average rating
6.5
Ratings
792
Reviews
122
Lists
4
Movie recommendations
- Ratings by category
- Contact
- Social Networks
-
Share his/her profile
Iván Rincón Espríu rating:
2
6.6
2,144
Drama
After the death of her mother Lucía, teenage Alejandra (Tessa Ia) and her dad Roberto (Hernan Mendoza) have just moved from Puerto Vallarta to Mexico D.F. She is new at school, he has a new job. Starting over is sometimes complicated when you have left so much behind.
Language of the review:
- es
April 9, 2013
12 of 25 users found this review helpful
Existe un tipo de cine mexicano que apuesta más al reconocimiento en festivales internacionales que al público masivo y nacional, al cabo su aceptación por éste será consecuencia de aquél, parece ser la premisa; un tipo de cine supuestamente “artístico”, pero técnicamente defectuoso, como si este aspecto importara menos o la segunda característica fuera condición de la primera, por aquello de hacer “arte” con bajo presupuesto para que tenga más mérito, al austero estilo de Michael Haneke, de moda por el Óscar, estilo sobre todo narrativo que parecen imitar algunos realizadores mexicanos con magros resultados…
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
View all
Spoiler:
Patrocinada por Televisa, esta película sobre hostigamiento escolar, también llamado bullying, entre estudiantes burgueses, representó al cine mexicano ante la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos y su equivalente en España, “para la consideración del Óscar y los Goya”, como reza la leyenda en las copias respectivas.
Lo peor de la cinta no es la pésima calidad del sonido, ni que la actriz principal, Tessa Ía, mire a la cámara por lo menos dos veces, ni el error de Alejandra, estudiante de preparatoria que parece inteligente, al permitir que la graben en video con un teléfono celular mientras tiene relaciones sexuales; tampoco es el hecho de que no use las manos para defenderse cuando la obligan a comer pastel de mierda, ni el segundo error (todavía más absurdo) de viajar a Veracruz con los alumnos que la agreden y humillan hasta el colmo de cualquier tolerancia, ni la pasividad inicial de su padre, encarnado por Hernán Mendoza, cuando ella desaparece y él se entera de todo, ni el segundo absurdo (tercer error) de viajar a Puerto Vallarta en vez de regresar a la Ciudad de México o, por lo menos, llamar a papi, que es buena onda, para que no se preocupe ni haga justicia por propia mano, como finalmente sucede.
Hay otras incongruencias en el guión: para justificar los celos de una estudiante y, en consecuencia, su odio, una escena muestra en segundo plano a Alejandra, platicando con su agresor, como si fueran amigos… ¿Y de dónde sacó dinero y ropa limpia para viajar a Puerto Vallarta? ¿Salió del mar y pasó a su cuarto de hotel antes que los demás alumnos? ¡En fin!
Lo peor no es el nombre de Emilio Azcárraga en los créditos, que ya es bastante, ni el imperdonable uso de una canción de Cri-Cri, «La muñeca fea», como fondo musical de los trailers promocionales, sino que la película haya representado a México en la preselección de candidatos al Óscar y al Goya, sin haber ganado ni un estúpido Ariel.
Lo peor es el premio correspondiente a la sección «Una cierta mirada» en el Festival de Cannes, y el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Chicago, y la mención especial en el Festival también Internacional de Cine de San Sebastián, dentro del ciclo «Horizontes Latinos», en 2012 los tres.
Lo peor no es que el actor y director británico Tim Roth, entonces presidente del jurado en Cannes, haya calificado esta película como “una poderosa obra maestra”, ni que dicha exageración sea utilizada como recurso publicitario, sino la influencia de todos sus elogios en la decisión final al respecto. Peor aún es que algunos “críticos” sigan ensalzando esta cinta con la misma influencia y, más todavía, la que ejercen los premios y las menciones…
Mal porque se trata de un postulado irreflexivo. Peor porque, si bien la película tiene algunos méritos que merecen reconocimiento, no es ninguna “obra maestra”, sino cine al estilo de ‘La vida según Attenberg’ (Grecia, 2010), de Athina Rachel Tsangari, por ejemplo… Los consensos alrededor de títulos como ese, o de alguna rareza pretendidamente “culta”, suelen basarse más en referencias de autoridad que en criterios propios, y entonces la crítica auténtica es mal recibida, aunque tenga razón.
‘Después de Lucía’ (México, 2012), de Michel Franco, es el tipo de película que seduce a los opinantes con largas tomas de una cámara fija que parece captar el sonido, en este caso, desde un micrófono integrado, como producción casera, demagógicamente aplaudida por las plumas del rebaño.
La trama inconclusa y el supuesto final hacen previsible una segunda parte, así que la crítica también continuará… aunque, pensándolo bien, sería preferible un boicot internacional a Televisa, que ahora se presenta como emisaria “cultural” de México ante el mundo y no es más que un negocio de familia, fabricante de basura como el presidente espurio de la República y su familia de ocasión desde el año de su estreno.
Lo peor de la cinta no es la pésima calidad del sonido, ni que la actriz principal, Tessa Ía, mire a la cámara por lo menos dos veces, ni el error de Alejandra, estudiante de preparatoria que parece inteligente, al permitir que la graben en video con un teléfono celular mientras tiene relaciones sexuales; tampoco es el hecho de que no use las manos para defenderse cuando la obligan a comer pastel de mierda, ni el segundo error (todavía más absurdo) de viajar a Veracruz con los alumnos que la agreden y humillan hasta el colmo de cualquier tolerancia, ni la pasividad inicial de su padre, encarnado por Hernán Mendoza, cuando ella desaparece y él se entera de todo, ni el segundo absurdo (tercer error) de viajar a Puerto Vallarta en vez de regresar a la Ciudad de México o, por lo menos, llamar a papi, que es buena onda, para que no se preocupe ni haga justicia por propia mano, como finalmente sucede.
Hay otras incongruencias en el guión: para justificar los celos de una estudiante y, en consecuencia, su odio, una escena muestra en segundo plano a Alejandra, platicando con su agresor, como si fueran amigos… ¿Y de dónde sacó dinero y ropa limpia para viajar a Puerto Vallarta? ¿Salió del mar y pasó a su cuarto de hotel antes que los demás alumnos? ¡En fin!
Lo peor no es el nombre de Emilio Azcárraga en los créditos, que ya es bastante, ni el imperdonable uso de una canción de Cri-Cri, «La muñeca fea», como fondo musical de los trailers promocionales, sino que la película haya representado a México en la preselección de candidatos al Óscar y al Goya, sin haber ganado ni un estúpido Ariel.
Lo peor es el premio correspondiente a la sección «Una cierta mirada» en el Festival de Cannes, y el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Chicago, y la mención especial en el Festival también Internacional de Cine de San Sebastián, dentro del ciclo «Horizontes Latinos», en 2012 los tres.
Lo peor no es que el actor y director británico Tim Roth, entonces presidente del jurado en Cannes, haya calificado esta película como “una poderosa obra maestra”, ni que dicha exageración sea utilizada como recurso publicitario, sino la influencia de todos sus elogios en la decisión final al respecto. Peor aún es que algunos “críticos” sigan ensalzando esta cinta con la misma influencia y, más todavía, la que ejercen los premios y las menciones…
Mal porque se trata de un postulado irreflexivo. Peor porque, si bien la película tiene algunos méritos que merecen reconocimiento, no es ninguna “obra maestra”, sino cine al estilo de ‘La vida según Attenberg’ (Grecia, 2010), de Athina Rachel Tsangari, por ejemplo… Los consensos alrededor de títulos como ese, o de alguna rareza pretendidamente “culta”, suelen basarse más en referencias de autoridad que en criterios propios, y entonces la crítica auténtica es mal recibida, aunque tenga razón.
‘Después de Lucía’ (México, 2012), de Michel Franco, es el tipo de película que seduce a los opinantes con largas tomas de una cámara fija que parece captar el sonido, en este caso, desde un micrófono integrado, como producción casera, demagógicamente aplaudida por las plumas del rebaño.
La trama inconclusa y el supuesto final hacen previsible una segunda parte, así que la crítica también continuará… aunque, pensándolo bien, sería preferible un boicot internacional a Televisa, que ahora se presenta como emisaria “cultural” de México ante el mundo y no es más que un negocio de familia, fabricante de basura como el presidente espurio de la República y su familia de ocasión desde el año de su estreno.