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Sahar rating:
7
6.2
236
Romance. Drama
The Vicomte de Valmont imagines himself as a modern day Don Juan, delighting in his conquests of even the most reluctant of female prey. Far from condemning his behaviour, his wife, Juliette, encourages him, with the proviso that he does not fall in love with any of his victims. But the inevitable happens. During a stay at a ski resort, Valmont seduces a girl, Marianne, and falls in love with her...
Language of the review:
- es
July 24, 2007
6 of 9 users found this review helpful
Acabo de ver esta versión de “Les liasons dangereuses”, adaptación de la obra de Choderlos de Laclos que tiene versiones tan conocidas como la de Stephen Frears o Milos Forman, o esa tontería juvenil titulada “Crueles intenciones”.
No es muy conocida hoy en día, y ha envejecido bastante mal (qué horror de música), pero JEANNE MOREAU compone una gran Juliette de Merteuil (Glenn Close), y resulta fascinante con sus pieles de leopardo, por no mencionar lo bien que fuma en pantalla (la acción transcurre en el fin de año 1959/60)
La para mí desconocida Annette Vadim recrea una Madame de Tourvel (Michelle Pfeiffer) angelical y bellísima.
Gérard Philipe está fatal como Valmont (sobre todo si lo comparamos con el inolvidable Malkovich), carente del atractivo y del magnetismo perverso que debería transmitir.
El enganche de las turbulencias erótico-sentimentales y, repito, la gran Moreau, terminan por compensar.
No es muy conocida hoy en día, y ha envejecido bastante mal (qué horror de música), pero JEANNE MOREAU compone una gran Juliette de Merteuil (Glenn Close), y resulta fascinante con sus pieles de leopardo, por no mencionar lo bien que fuma en pantalla (la acción transcurre en el fin de año 1959/60)
La para mí desconocida Annette Vadim recrea una Madame de Tourvel (Michelle Pfeiffer) angelical y bellísima.
Gérard Philipe está fatal como Valmont (sobre todo si lo comparamos con el inolvidable Malkovich), carente del atractivo y del magnetismo perverso que debería transmitir.
El enganche de las turbulencias erótico-sentimentales y, repito, la gran Moreau, terminan por compensar.