Su falta de explicación, su ambigüedad dramática puede deturpar a un espectador que busca saciar sus dudas y buscar las causas de la actuación de sus personajes. Ahí radica el quid, esa mirada fría y calculada a ese guion que desmiga la historia en dosis especialmente milimetradas, donde las posibles versiones de la historia quedan lo suficientemente abiertas como para dudar, del por qué, del como o del para que... Unos personajes bien presentados y bien definidos, pero también con ese toque de austeridad explicativa, esa gélida mirada que comunica por la falta de comunicación.