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Un poquito pesada rating:
8
Adventure. Drama Anno Domini: the seventh year of Augustus Caesar's reign. In the Roman province of Judea, Jews return to the city of their birth for the census. A bright star in the night over Bethlehem marks the birth of Jesus Christ. Years later, Roman commander Messala (Stephen Boyd), who was brought up in Judea, takes command of the Roman garrison in Jerusalem. His Jewish boyhood friend Judah Ben-Hur (Charlton Heston) greets him. Messala is ... [+]
Language of the review:
  • es
February 15, 2010
7 of 11 users found this review helpful
Esto es lo máximo, vamos a verlo en cada reposición, en Semana Santa, en Navidad, cuando salga en cualquier colección de dvd con la prensa, cuando la reediten con nuevos extras o remasterizada, o una que va a salir en la que Mesala gana la carrera…

Nada ha contribuido a nuestra imaginería del mundo antiguo romano como esta (y otras) películas. Es suya nuestra percepción de las ciudades, del triunfo, de las armaduras, de las falditas, de las copas de vino, de los barcos, de los brazos, de los torsos. Claro que hay otros tipos físicos y otras indumentarias que resistirían mejor la recuperación arqueológica, pero ésos no son romanos, son arqueológicos.

Tal es el inmenso poder cautivador de este descomunal film, forma parte de nuestra memoria cinematográfica, la debieron de ver hasta los romanos. No nos importa que contenga algunos de los personajes más insufribles y estomagantes que se recuerdan: qué me dicen de la madre y la hermana (“Judá, qué bueno eres”), del padre ciego de Tirzá, del jeque, del trasunto de rey mago… a cambio nos ofrece momentos impagables.

El galaneo Mesala-Judá con su inexplicable metamorfosis desde la sospechosa complicidad al odio más sanguinario…sabido es que algunos comentaristas sugieren un escenario de amor frustrado. Incluso conozco a uno que incluye en este cortejo al viejo Arrio que se despierta sobresaltado al ver el impresionante torso del héroe esclavo y, sin saber cuánto tiempo llevaba allí, dice: “Podrías haberme matado”.

Y también la conmoción física, el sudor de los remeros, el demoledor golpe con el sello en la tablilla de las apuestas, el brazo que aprieta los despojos del viejo amigo en los estertores de la muerte, todo es apretado, glandular, contundente, definitivo.

En suma, la legendaria carrera deja exhaustos a los corredores, al público, a los espectadores, poco importa si desde aquí el metraje se arrastra por su Gólgota particular mientras los celestiales cánticos nos arrullan, no nos afecta, hemos visto las águilas imperiales en el cine de la Gran Vía, el túnel del tiempo al revés
Un poquito pesada
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