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VALDEMAR rating:
4
Horror. Thriller Meek clerk Trelkovsky takes over a Parisian flat from a woman who has committed suicide. He meets Stella, one of the woman's friends, and begins a tentative relationship with her, but runs afoul of his imperious landlord Mr. Zy, the offensive concierge, and another tenant named Madame Dioz who wants him to sign cruel petitions against people he doesn't know. Soon Trelkovsky is experiencing all kinds of hallucinations, mainly of people ... [+]
Language of the review:
  • es
December 14, 2009
62 of 105 users found this review helpful
Inaguantable.

Si lo que pretendía Polanski con la película era volver tarumba al personal, lo consiguió con creces.

Mi reacción tras el visionado fue pasarme un buen rato en la posición del loto, sin parar de cimbrear el tronco hacia delante, hacia atrás, con la vista perdida en algún indefinido punto de la pared mientras escuchaba los diabólicos ruidos que producían mis vecinos y que jamás, hasta ese momento, me habían llamado la atención. Como todo esto no me parecía sensato, corrí a pegarme una buena ducha a ver si conseguía limpiarme el karma, pero no me atrevía a dar la espalda a la puerta del baño, por si al girarme me encontraba a Polanski travestido y privado de alguno de sus piños delanteros.

No diré que la peli es mala, porque transtorna, cosa que muchos autores han pretendido con sus obras de pseudo-terror y jamás han conseguido. Por ahí, bien.

Pero además, aburre. Mucho. Arranca bien pero hay un punto concreto, tras conocer a la señora Dios, en el que el guión se va de madre sin llegar a explicarse bien nada de lo que posteriormente pasa, salvo que al inquilino se le ha ido la pinza de un modo preocupante.

En contra, también, la interpretación, por llamarla de alguna manera, del bueno de Polanski, que insistía en sus comienzos en tenerse por actor, lo que terminaba por mermar considerablemente el resultado final de sus películas.

A favor, la secuencia en la que el patio de vecinos se convierte en el palco de un teatro y el final, que por predecible, precisamente, resulta encantador y divertido.

Más pesada que lavar un camión a lametones.
VALDEMAR
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