El inicio de esta comedia negra es interesante, por su tono costumbrista urbanita, con el que en apariencia se pretende diseccionar los entresijos de una familia actual de clase media-alta. Sin embargo, la trama deriva demasiado pronto hacia el relato criminal esperpéntico con influencias tarantinianas. Los criminales resultan demasiado caricaturescos (mención especial para el de Ernesto Alterio), y ello le resta credibilidad.

Lo mejor: el homenaje (voluntario o no) a Blake Edwars y su guateque, aunque una llama no sea lo mismo que un elefante.
Lo peor: el cameo de Iniesta, por absurdo y gratuito.