September 20, 2018
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En Argentina, la serie del epígrafe originó ciertas debates televisivos acerca de una posible promoción de la violencia y un escamoteo consecuente de valores más calmos ya que se la divulgó con oropeles publicitarios en la televisión oficial. Algunos comentaristas más avispados, creo yo, alegaron que mucho de Hollywood debería anatematizarse con criterios análogos. Y sí, es una serie que retrata con máxima crudeza la vida de encierro carcelario, las sevicias, torturas, asesinatos, corruptelas y siguen las firmas que puede presumirse que existen en medio del presidio, salvo quizá en alguna cárcel holandesa, según he oído decir. Con un verismo inusitado, que por trazar un símil literario remitiría a la escuela naturalista, con personajes cargados de un cromatismo arltiano se desenvuelve un guión en un lenguaje pródigo en fraseología de arrabales, insultos, amenazas y befas perpetuas, donde los presos combaten por la supervivencia, o preeminencia psicofísica.
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