No me gusta cuando los actores se posicionan. Mejor dicho, no me importa que los actores o las actrices se posicionen, pero no que utilicen su posición a la manera de púlpito para arengar a unas masas que, quizá por idolatría o admiración hacia ellos, hacia esos actores o actrices, pueden terminar repitiendo como loros una aseveración atrevida o siendo acólitos de una institución cuyos principios o fundamentos, también quizá, no conozcan del todo.
Entre los miembros del reparto de DIAS DE FUTBOL se encuentran algunos de los jóvenes cineastas españoles que se han caracterizado de un tiempo a esta parte algo más, a lo peor, por ciertas e incendiarias proposiciones políticas y civiles que por sus bien cuidadas interpretaciones. Sin embargo, consideraciones ideológicas aparte, y como si todos los que compusieron DIAS DE FUTBOL hubiesen escuchado en amor y compañía a Israel Kamakawiwo´ole cantando aquello de What a Wonderful World antes de comenzar el rodaje, esos miembros del reparto de los que hablaba nos brindan con la película la posibilidad de disfrutar de dos horas para sonreir a gusto y olvidados de espionajes, prevaricaciones, cohechos, tasas de paro y catástrofes.
La película es muy simpática y divertida, seguro que no al uso del humor inglés de Benny Hill o Rowan Atkinson, pero sí con gracietas más de andar por casa y/o simplistas, que son eminentemente muy españolas. De vez en cuando uno no necesita más.
Es esperanzador comprobar que a Alberto San Juan le queda mejor hacer de bondadoso tontorrón que hablar de la Conferencia Episcopal, muy agradable constatar que Ernesto Alterio borda tanto sus interpretaciones cinematográficas como completar el guión de un anuncio de gulas y reconfortante encontrarse con Secun de la Rosa y Fernando Tejero en cualquier circunstancia que ellos acometan.
Eso sí: Eva Santolaria me ahorraría más de un sofocón si optase por dedicarse de manera profesional al estudio del chotacabras.