Cuando se emprende el proyecto de adaptar al séptimo arte una obra de la repercusión de Anne Rice, se debe tener mucho cuidado y no contratar a un director con muy poca experiencia en el género, como Michael Rymer. El film es apocalíptico, pero no por lo que narra, sino por cómo destroza una de las mejores colecciones literarias sobre vampiros de la historia. Tal es así que la escritora, Anne Rice, decidió desvincularse del proyecto cuando vio la cantidad de despropósitos que Rymer estaba rodando. El guión destroza el mejor libro de la saga, "Lestat el vampiro", mezclándolo torpemente con el tercero, "La reina de los condenados", dando la sensación de que los guionistas en ningún momento han entendido el trabajo de Rice, destrozando por completo el espíritu conferido en los libros, algo que la primera película, "Entrevista con el vampiro", afortunadamente plasmó a las mil maravillas. Además, Lestat ha de ser representado por un actor carismático, como el de la primera entrega: Tom Cruise. Stuart Townsend nunca llega a ser creíble en el papel del ya mítico vampiro, dando la sensación de ser un playboy con colmillos más que otra cosa. En resumen, un insultante producto que debería hacer recapacitar a los productores antes de poner dinero para una tercera parte.