Como siempre, reconozco mi limitado conocimiento y comprensión frente a los argumentos que, la mayoría de estudiosos y amantes del cine clásico tienen sobre puntuales clásicos del género que, como ésta obra única del gran Charles Laughton, han pasado a la historia como iconos y referencias obligadas del séptimo arte en toda su historia. Sólo puedo declarar mi profundo respeto con todos ellos, que para la película, son la mayoría por lo que se lee en los comentarios de La noche del cazador. La he visto varias veces, siempre con el ánimo de vislumbrar lo que otros han alabado por tantos años. Y a fe, que en cada visionado, le encuentro indudables cualidades y calidades que la hacen resaltar del común. Creo que eso ya es un gran logro por lo que, merecidamente, la incluyen dentro de los listados de las películas de referencia. Sin embargo, esos inocultables vacíos argumentales, con escenas inverosímiles y, el final poco elaborado por decir lo menos para el personaje del gran Mitchum, hacen que yo, en lo particular, la incluya dentro de esas incontestables con asterisco, como Centauros del desierto o El ciudadano Kane. Resalto eso sí, su banda sonora,la maravillosa fotografía, esos planos fantásticos que Laughton logra como pedestal a unas actuaciones portentosas, sobre todo del inmenso Robert, más parecido a lo que más tarde sería su interpretación en El cabo del terror, mostrando su poderosa versatilidad; secundado por la inefable Lillian Gish y una poco explotada Shelley Winters en un papel mas bien corto. Los niños, son una grata experiencia que sirven para resaltar aún más la labor de la leyenda Mitchum. En fin, son muchas las cosas que finalmente salvo de ella y que me estimulan para seguirla explorando para sacarle ese gusto que disimule sus profundas inconsistencias. Cosa, no menor, y que no me pasa con las otras cintas mencionadas, ya que, por ejemplo, con Ciudadano Kane, debe pasar un buen tiempo para volver a verla sin cansarme o dormirme en el intento. Con La noche del cazador, no pasa lo mismo. Y eso, ya es de aplaudir.