Corten mis venas con cualquier cuchillo de plástico de un seven eleven, corten fotogramas aleatorios de cualquier film de Luhrmann y realicen una exposición artística con ellos, corten mi línea telefónica para quitarme el placer de esas llamadas vespertinas a la línea erótica, corten mi suministro de agua para que me deshidrate cual cardo, corten las subvenciones a cualquier película de Uwe Boll para quitarme el placer que me produce visionarlas, corten mi cabellera y pónganme una peluca a lo Ben Kingsley's style, corten la distribución de sangría a mi ciudad, corten mi línea de internete para que no pueda seguir disfrutando de las inclasificables obras maestras de Uwe Boll o escribiendo mis delirios en esta web pero... ¡por favor!, por lo que más quieran, jamás vuelvan a realizar tal engendro donde una increiblemente cutre presentación de personajes, unos efectos especiales de patio de colegio y unas interpretaciones de auténtico pavor me han hecho pasar más de una hora de verdadero terror.
Pero terror terror, del bueno ¿eh?

PD: Ni siquiera los tres o cuatro guiños cinematográficos en boca de los protagonistas logran salvarla del esperpento máximo.