La película tiene un buen comienzo (que parece un final) y... para de contar. En cuanto MacMurray se afeita y ya se le ve completa su cara de panoli, se acabó lo bueno. La culpa, todo hay que decirlo, no es solo de él. El guión es muy flojito y deja cabos sueltos para dar y vender: ¿Y la venganza que ha iniciado Wes? ¿Y el juicio de la ley contra los linchadores y asesinos? ¿Y la reacción de la madre cuando un hijo conduce al otro al matadero? Curiosamente, no sucede lo mismo con el final de la película. Aquí sí. Se acabaron las concesiones de guión. Guionista y director toman claramente partido. Y mi impresión es que ambos se equivocan de lado.
Muy interesante resulta ver a Ward Bond en un papel secundario de más de diez minutos en escena. ¡Qué pena! Ya que le daban cancha, hubiera sido estupendo verle llevar el peso de la película.