Se trata de llegar a la ambigüedad de la manera menos ambigua posible y, tal vez, la más tonta que haya.
Uno no tiene cejas, calvo de ojo, alopecia ocular, y al otro le sobran, melenudo, oso, normal que ella, Natalia bella, note la ausencia de pelo, esa tristeza que te reconcome, y desesperadamente lo busque/necesite la pobre fuera, no se lo echemos en cara, al aire una cana, allí el hombre malo estaba con un diamante en la punta.
La premisa es muy forzada, amistades peligrosas de andar por casa, perversión de jardín y piscina, y el desarrollo de esta es demasiado clamoroso, solo falta que lo anuncien con altavoces y lo comenten en los periódicos, a voz en grito, toca que me arrebato, a bombo y platillo, a todas luces, nada sutil ni subterráneo, y así es como debería ser o haber sido, más natural, brumoso, todo, inadvertido, callado, ilusorio, más espontáneo, ligero y anodino, no tan perseguido, preparado, presagiado, previsto, esperado, anunciado.
Tanto en su planteamiento como en su transcurso tiene algo o mucho de convencional y pueril, tosco, burdo, descarado, está llena de encontronazos, trampas, emboscadas y estropicios, en ese (mal) sentido se lleva la palma la paliza inopinada a última hora que da la nota, lo que nos faltaba, castos (más o menos) y además violentos, mancos, para bingo.
Hablan de Rohmer, y no solo de sol, buen vivir y algo hablar vive el francés hombre, les falta un trecho, hermoso, vuelo, maldad, inteligencia, amoralidad de verdad, dar a entender mucho más, jugar con seriedad banal, intelectualidad antiintelectual.
Los actores están bien, para comérselos a los cuatro, un buen bocado, claro, y además hablan catalán muy sexy al principio la pareja nativa a la que yo ya quería tanto por una peli de Ventura Pons de antaño, de aquella época, el/la de Amigo amado, y la otra igual, a Roberto de tantas, el alquimista impaciente por ejemplo, las razones de mis amigos, y a ella, tengo miedo, menos, más de la tele, pero siempre es agradable, tensa, vibrante, fibrosa, perfecta, casi.
Krampack versión intensa.
Cómo no se va a querer follar a un hombre que pone tanto empeño, que tiene los mejores cuadros y libros, si es que se lo merece, no abrirte sería hacerle un feo, al mismo universo, de mal gusto, una irresponsabilidad y una desfachatez, insoportable ordinariez, un pecado de lesa humanidad.