¨Si puedes tocar el corazón de alguien, eso es algo que no tiene límites¨. La frase me gusta, y aunque sea marketing la idea de inventar cosas nuevas que signifiquen para el usuario ¨algo más¨, buscar una conexión, una prolongación del ser... es algo bastante atractivo y bonito. En el cine pasa lo mismo, ciertas películas logran ir más allá de la pantalla y tocar al espectador, envolverlo y convertirse en parte de él...

Aunque éste no es el caso. El filme intenta abarcar un periodo de tiempo muy amplio en dos horas y se convierte en un caos. Se producen elipsis demasiado amplias que rompen la cohesión, mientras en otros casos se avanza demasiado rápido para contar lo máximo posible y queda forzado, provocando saltos de ritmo constantes que terminan por desencadenar el aburrimiento.

Otro problema es que la música, a pesar de ser buena, tiene una presencia abusiva en un intento de magnificar todas las escenas de la película. Algo parecido pasa con el personaje de Jobs, que está un poco glorificado. Esa molestia también la he visto en el personaje principal de la La Red Social. Ambas películas se asemejan un poco, aunque la vida de Steve Jobs es más interesante, mientras La Red Social es mejor película.

Por último, cabe hablar de Ashton Kutcher, que de forma sorprendente es lo mejor de la cinta. Hay que ver como se ha trabajado el personaje: la forma de andar, los gestos, las miradas, las posturas... Recuerda en muchas ocasiones al verdadero Jobs, si bien tiene el problema de que, en todo momento, sigues viendo a Ashton Kutcher. Es lo que tiene elegir un actor tan conocido para este papel.

Poco más. La película tiene buenas escenas pero el conjunto cojea. El inicio y el final se compone por secuencias emocionantes, pero aisladas, y ni siquiera se conectan entre sí, lo que hubiese quedado mucho mejor, al menos para cerrar el círculo de forma elegante.

Dividirla en dos partes o centrarse en tan solo un fragmento de la vida de Jobs hubiera dado mejores resultados.