La película narra como Assange recluta a su segundo de a bordo, Daniel Domscheit-Berg, cómo empieza a funcionar WikiLeaks y a filtrar secretos de estado y de grandes compañías, hasta que se enfrentan a su mayor desafío: el filtrado de los Diarios de la Guerra de Afganistán el 25 de julio de 2010 y de los Registros de Guerra en Iraq el 22 de octubre de 2010, además de la filtración de los cables diplomáticos en WikiLeaks. En total casi medio millón de registros de las guerras de Irak y Afganistán, y más de 250.000 cables diplomáticos, que fueron sustraidos por el soldado Chelsea Manning.

La película está basada en el libro escrito por Daniel tras su expulsión de WikiLeaks, así que se presenta su visión personal de un Julian Assange autoritario, desconfiado, manipulador y sin sentimientos.

Para mí estos señores, desde Manning hasta Assange, son héroes del siglo XXI. Personas que nos mostraron sin tapujos y con documentos en la mano lo que ya sabíamos: que estamos gobernados por gentuza sin escrúpulos, que están al servicio de las grandes multinacionales y los grandes capitales, y de sus propios intereses. Que actúan ilegalmente y tapándose los unos a los otros. Que entre ellos sólo sienten envidias, rencillas, desprecio y faltas de respeto, como gentuza que son.

Pero lo peor de todo es que tras descubrirse todo el pastel no ha pasado nada. Siguen gobernando los de siempre y de la misma manera. El terremoto wikileaks movió las estructuras de poder hasta los cimientos, pero el edificio sigue en pie y apenas se rompieron unas tejas.

Por cierto, el actor que hace de Daniel me ha estado recordando todo el tiempo al humorista Raúl Cimas.