Esta película tiene una parte positiva, y es que consigue trasladar el desasosiego de los personajes al espectador. De eso trata el cine, de transmitir emociones, así que por esta parte, bien.

Bardem es el único protagonista que resulta natural. Todos los otros se ven forzados. Penélope Cruz se mete en el papel y con sus expresiones faciales y su mímica actúa bien. Lo malo es cuando abre la boca, porque entonces su actuación se desmorona como un castillo de naipes. No resulta creíble.

Una vez creado el conflicto, la película se desarrolla entorno a él con excesiva lentitud. De hecho, mi mujer estaba preparando el almuerzo y de vez en cuando venía a preguntarme qué había pasado, y yo se lo despachaba en dos frases. En cualquier caso, es perdonable si la intención del director era ir creando un climax adecuado para la historia.

Lo peor es el desenlace de ese conflicto. Te deja con mal sabor de boca. Es un "¿y ya está?". Esta película está considerada una de las mejores del 2018, y me van a perdonar, pero yo creo que aparece en las listas porque nadie se atreve a criticar Penélope y a Bardem. Para mí ha quedado floja.