En espera de su recorrido final por taquilla, queda claro que The Artist es un fenómeno bien curioso en los tiempos que corren. El hecho es que en la deriva creativa en la que agoniza el cine comercial todos los críticos, gafapastas (con cariño) y amantes del cine en sentido amplio se han volcado en esta película muda, de sencillo y elegante guión, en blanco y negro y protagonistas ignotos: ¿realmente es para tanto o se trata de la enésima película para entendidos?. En mi opinión yo creo que lo merece y que el tal Hazanavicius es la monda. Para empezar, cada década solo produce una o dos películas memorables de auténtico amor al cine (Ed Wood, Cinema Paradiso...), y sin duda esta es una de ella, pues todo se impregna de un respeto al medio con la dosis justa de nostalgia. Por otra parte, The Artist es una película intemporal porque usa todos los resortes y mecanismos que hacen cine al cine, y que demasiados personajes actuales olvidan o nunca aprendieron: esta película podría haber triunfado en los años cuarenta y triunfará dentro de cincuenta, porque bebe de la esencia misma del lenguaje cinematográfico. Por si esto no fuera poco, lo del reparto es escandaloso: yo no se de donde ha salido este tal Dujardin, pero se merece todos los premios del año porque su interpretación de un galán del cine mudo es estratosférica en todos los aspectos, y está flanqueado a la perfección por Bejo y por unos secundarios de lujo asiático. En definitiva, una cita ineludible para todos aquellos que conocieron y aman un cine diferente a la creciente zafiedad de Hollywood.