No es fácil ser divertido en el mundo de la televisión, pero Matthew Perry lo consiguió gracias a la carismática serie ‘Friends’ y con un personaje que le iba como anillo al dedo. Su Chandler siempre me ha parecido, junto a la gran dupla que formaba con Joey, el mejor personaje de la sit com, por lo que era inevitable pensar en que podría dar el salto a la gran pantalla. Pero no es lo mismo hacer un chiste y que funcione en el salón de tu casa, que en una sala de cine y muchos humoristas lo han intentado quedándose por el camino.

Él, en cambio, logró acertar con ‘Falsas Apariencias’, una película no muy divertida (tiene golpes y momentos, pero no es desternillante) que, con el suficiente cuidado de guión le permitió ser un pequeño éxito en taquilla. La película nos presenta a una variante de Chandler siendo dentista en Canadá. Y es que Perry se limita a ser el mismo que en televisión, con sus tics y sus manías. No en vano es lo que le había hecho famoso.

Pero, quizás, no contaba con que a su lado iba a tener a Bruce Willis cuando se preocupaba de verdad por lo que hacía (no como ahora que… madre mía). Willis ha cultivado su aura de héroe de acción, pero también siempre ha dispuesto de una vis cómica que no ha terminado de explorar y en ‘Falsas Apariencias’ es el primer papel que le permite jugar en ambos terrenos. Tiene el porte necesario para ser Jimmy el Tulipán y su química con Perry es lo suficientemente buena como para que el film no decaiga en ningún momento. Ojito también al descubrimiento que supuso Amanda Peet, que aquí luce simpatía… y cuerpo.

Su éxito propició una secuela de la que es mejor no acordarse. Pero ‘Falsas Apariencias’ es una película que, pillada un domingo por la tarde en televisión, resulta, al menos, entretenida.

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