Extraño film de samuráis con tendencias homosexuales (en su mayoría), aquí si no estás atento te clavan la espadita de madera en un momento dado, en su mayoría todos se replantean la relación con hombres como algo muy natural, tanto que parece que si no tienes un ligue te excluyen de la chupipanda. Vamos igualito que la mafia Italiana, que si eres Gay te cosen a tiros, que digo yo, que ni calvo, ni tres pelucas.

Debo estar un poquito despistado, pero en compases del film me perdía, su final no me esclareció las dudas que me embargaban durante la película y el protagonista, Ryuhei Matsuda, era tan soso e inexpresivo que había momentos cuando se lo estaban tirando que pensé, a este que se la han clavado tan adentro que lo empalaron, pero no, como al chiste de “muévete monito”, cerraba y abría los ojos para que el espectador supiese que aun vivía y había que aguantarlo un rato más.
Si me preguntaran si la recomendaría, yo afirmaría que NO, si me dijeran si la volvería a ver, diría que NO, con una tortura cada X tiempo suficiente y es que tengo la sensación que se está valorando muchísimo el cine japonés, cuando solo se puede encontrar alguna joyita por ahí perdida, de la masiva invasión a la que nos están sometiendo, este film en vez de samuráis, es de una escuela de karate y española y seguro que la ponen a parir, vamos pero fijo, la sepultamos viva, pero como es japonesa es para muchos una obra maestra y si no ver las notas que no baja la media de 6.
Comparando una peli japonesa de ahora y una española, y no siempre es mejor la japonesa pero aquí somos así, nos da por una tontería y la llevamos a la máxima potencia, con esto no quiero decir que en el cine español no hay bazofias, ni mucho menos, solo que siendo la misma cinta la nacionalidad japonesa nos ganaría, una moda pasajera.