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montipito rating:
3
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  • es
May 25, 2012
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El director pone tres vidas en paralelo sin más punto de conexión que la muerte, lo que es bien poco, porque morirnos nos vamos a morir, lo tengamos en el frontispicio del destino o en la lápida del panteón. El primer caso es una familia de jubilados obsesionados por construir un panteón para su hijo muerto pero como los ingresos y los problemas de la inflación del Perú en los años 70 no le permiten terminar la obra han de vender su vivienda y alojarse en una residencia de ancianos, contentos de haber conseguido su destino: tener una casa para la muerte. El locutor y la suicida consiguen no entenderse y ella, salvada al borden del precipicio, termina dando con sus huesos en un nicho de desconocidos. Y, por último, una familia de basureros –abuela ciega y dos nietos abandonados por su madre- se debaten en la pobreza cruel, la enfermedad y un cochino, regalo del que hizo el panteón, que debido al hambre que pasa el animal se come al perro y a la abuela. El destino era el cochino. El director se debería haber centrado en la vida pesarosa del cochino y no darnos la tabarra entre los del panteón, el locutor y la suicida, y los del basurero.
montipito
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