La verdad es que Glenn Close logró crear una estupenda Cruella DeVil de carne y hueso, pero ni siquiera su carismático personaje es capaz de salvar una película infantil que es bastante mala y está vacía. Tiene una historia casi calcada de la de su predecesora, con los mismos acontecimientos, solo que todo sucede de manera más lenta (extremadamente lenta), más aburrida y ni siquiera hace ni una pizca de gracia. El resto del reparto de "101 Dálmatas" de 1996 ni siquiera se dignó a participar... y no me extraña.

Una secuela que nunca debió hacerse, pero que fue prácticamente obligada por el éxito comercial de su predecesora.

Lo mejor: Glenn Close.
Lo peor: Todo lo demás.