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Verdebotella rating:
7
7.6
3,676
Drama
The circularity of violence seen in a story that circles on itself. In Macedonia, during war in Bosnia, Christians hunt an ethnic Albanian girl who may have murdered one of their own. A young monk who's taken a vow of silence offers her protection. In London, a photographic editor who's pregnant needs to talk it out with her estranged husband and chooses a toney restaurant. She wants permanence with her lover, a prize-winning Macedonian ... [+]
Language of the review:
- es
June 22, 2011
39 of 39 users found this review helpful
Tres relatos dependientes construyen está película: 'Palabras', 'Rostros' y 'Fotografías', términos que por sí solos no constituyen nada pero que acabado cada capítulo se muestran tan reveladores como los actos de estas personas en tiempos de lucha. Realmente la película no va exclusivamente sobre el conflicto en la zona de los Balcanes, o no solo sobre eso, va sobre personas que tienen que tomar decisiones, habla sobre la situación de, en algún momento de nuestra vida, tener que tomar partido, sobre todo cuando alguien se encuentra en una situación tan extrema como es salvar su vida o la del prójimo.
El film funciona como una brillante alegoría de los conflictos que han sucedido durante la segunda mitad del siglo XX. El concepto de convivencia, respeto o tolerancia han sido destruidos totalmente y la población es víctima de una de las peores formas de guerra si cabe, hermanos contra hermanos, que antes coexistían a pesar de las duras diferencias y ahora se han visto obligados a tomar partido de forma extrema en nombre de unos valores como la religión, la raza o la etnia, que no hacen más que reforzar la diferencia en vez de la integridad y la unión. Estos tres relatos conforman ese círculo trágico que mencionan en la película: “el tiempo no muere porque el círculo no es redondo”, tal vez el círculo se convierta en una espiral que desemboque a veces en cosas terribles. Tal vez, como se dices, 'la historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa'.
El film funciona como una brillante alegoría de los conflictos que han sucedido durante la segunda mitad del siglo XX. El concepto de convivencia, respeto o tolerancia han sido destruidos totalmente y la población es víctima de una de las peores formas de guerra si cabe, hermanos contra hermanos, que antes coexistían a pesar de las duras diferencias y ahora se han visto obligados a tomar partido de forma extrema en nombre de unos valores como la religión, la raza o la etnia, que no hacen más que reforzar la diferencia en vez de la integridad y la unión. Estos tres relatos conforman ese círculo trágico que mencionan en la película: “el tiempo no muere porque el círculo no es redondo”, tal vez el círculo se convierta en una espiral que desemboque a veces en cosas terribles. Tal vez, como se dices, 'la historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa'.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
El primer capítulo, 'Palabras', es una metáfora que alude al voto de silencio del joven monje que observa como todo se derrumba poco a poco a su alrededor y más tarde lo veremos reflejado en una de las fotografías; él sobre la maleta abatido después del asesinato de la chica albanesa que acogió en secreto, este capítulo refleja la incomunicación y, sin embargo, la comprensión entre estos dos jóvenes que no se hablan pero se entienden. En esta parte de la película, precisamente, las palabras no dicen nada, no podemos entender lo que ocurre, solo apreciamos la sinrazón y le horror de la guerra, hermano contra hermana.
El segundo capítulo, 'Rostros', sirven de introducción para conocer a la editora de agencia de noticias que mantiene una relación con el fotógrafo protagonista de la película, el hilo que sirve de unión de los tres capítulos. En esta parte del relato se nos muestra una mujer que no termina de dilucidar su camino, al igual que él, que miran en las fotos los rostros de los conflictos y nos damos cuenta que los conflictos cuanto más cercanos más duelen. Pero a pesar de que en todo este capítulo se nos muestra como una reflexión dura de “rostros" y vidas que sufren la guerra, la muerte, la ruptura o el miedo, también hay espacio para el amor, como en todo conflicto, espacio para una convivencia, para un matrimonio, para la familia, para un futuro mejor. Este contrapuesto entre la violencia y el amor se puede ver reflejado en la genial escena del taxi, una conversación que culmina en un momento tenso y crudo con una magnifica interpretación de Rade Serbedzija (Aleksander) y Katrin Cartlidge (Anne).
Y por último, el episodio 'Fotografías'. Alexander, el famoso fotógrafo de guerra, vuelve a su país natal después de recorrer el mundo para captar el conflicto a través de sus ojos y de su corazón. Duerme en la soledad de su antiguo hogar pensando en como el odio ha infectado su pueblo de intolerancia y degradación (“Él no es de aquí...”, le repiten), pensando en Londres y como se acabó el amor en aquel jodido taxi, o tal vez soñando con Hana, su primer amor. Todos las guerra le han pasado factura, mira entre las fotos intentando encontrar una esperanza, buscando en qué momento se perdió. Despierta su conciencia anestesiada por tanto sufrimiento. Alexander busca resarcirse, ser parte del conflicto, buscar una solución aunque ello le lleve hasta las últimas consecuencias.
Manchevski demuestra cierta habilidad narrativa y un buen pulso en la dirección. La escena del funeral resume a la perfección el trasfondo de la película, se inicia con una música étnica, la cámara rodea a los presentes en el entierro, el director describe el ritual con un suave movimiento de cámara mientras nos muestra como el pueblo vive esta liturgia con gran pasión y rigor, pero conforme vemos sus caras y sus gestos van apareciendo poco a poco las armas, el conflicto. Nos enseña como los conflictos al fin y al cabo lo hacen las personas, la guerra se filtra poco a poco en el día a día. El odio engendra la violencia que el autor enseña sin reservas. Podría ser un ejemplo de cualquier guerra del mundo.
El segundo capítulo, 'Rostros', sirven de introducción para conocer a la editora de agencia de noticias que mantiene una relación con el fotógrafo protagonista de la película, el hilo que sirve de unión de los tres capítulos. En esta parte del relato se nos muestra una mujer que no termina de dilucidar su camino, al igual que él, que miran en las fotos los rostros de los conflictos y nos damos cuenta que los conflictos cuanto más cercanos más duelen. Pero a pesar de que en todo este capítulo se nos muestra como una reflexión dura de “rostros" y vidas que sufren la guerra, la muerte, la ruptura o el miedo, también hay espacio para el amor, como en todo conflicto, espacio para una convivencia, para un matrimonio, para la familia, para un futuro mejor. Este contrapuesto entre la violencia y el amor se puede ver reflejado en la genial escena del taxi, una conversación que culmina en un momento tenso y crudo con una magnifica interpretación de Rade Serbedzija (Aleksander) y Katrin Cartlidge (Anne).
Y por último, el episodio 'Fotografías'. Alexander, el famoso fotógrafo de guerra, vuelve a su país natal después de recorrer el mundo para captar el conflicto a través de sus ojos y de su corazón. Duerme en la soledad de su antiguo hogar pensando en como el odio ha infectado su pueblo de intolerancia y degradación (“Él no es de aquí...”, le repiten), pensando en Londres y como se acabó el amor en aquel jodido taxi, o tal vez soñando con Hana, su primer amor. Todos las guerra le han pasado factura, mira entre las fotos intentando encontrar una esperanza, buscando en qué momento se perdió. Despierta su conciencia anestesiada por tanto sufrimiento. Alexander busca resarcirse, ser parte del conflicto, buscar una solución aunque ello le lleve hasta las últimas consecuencias.
Manchevski demuestra cierta habilidad narrativa y un buen pulso en la dirección. La escena del funeral resume a la perfección el trasfondo de la película, se inicia con una música étnica, la cámara rodea a los presentes en el entierro, el director describe el ritual con un suave movimiento de cámara mientras nos muestra como el pueblo vive esta liturgia con gran pasión y rigor, pero conforme vemos sus caras y sus gestos van apareciendo poco a poco las armas, el conflicto. Nos enseña como los conflictos al fin y al cabo lo hacen las personas, la guerra se filtra poco a poco en el día a día. El odio engendra la violencia que el autor enseña sin reservas. Podría ser un ejemplo de cualquier guerra del mundo.