Lo de cutre que pongo en el título no hace referencia a la calidad de la película, sino a la estética, a algunos diálogos, a algunos comportamientos que captan y transmiten de forma brillante la cutrez humana en esencia.

La estética merece una mención especial: las imágenes quedan congeladas, muestran una foto en blanco y negro, ponen un apodo, todo muy en plan documental psicodélico.

El ritmo es frenético, los diálogos son rápidos y afilados y tienes que tener los oídos atentos.
El argumento, en el fondo, es lo de menos: más bien esto es el retrato de un montón de personajes peculiares, exageraciones o caricaturas de caracteres que podrían ser reales.
Destaco entre esa galería de gente indescriptible a Brad Pitt haciendo de gitano y boxeando a lo barriobajero y sin guantes; y a Benicio del Toro y sus cuatro dedos (descubran ustedes mismos por qué el sujeto tiene cuatro dedos).

Es una buena película que, sin embargo, no es para todos los gustos, como pasa con las de Tarantino; aunque debo decir que Guy Richie es más apto para todos los públicos y más moderado que su colega americano.