Las películas navideñas tienen un problema, y es que sólo sirven para verse en este momento del año. Su trama es tan especializada y tan localizada en la época navideña que, sencillamente, no llama a que se disfrute en otro mes. Este es el caso de Noelle, uno de esos productos que la factoría Disney hace hasta con los ojos cerrados. ¿Es aceptable¿ Sí. ¿Es entrañable para ver en familia durante las fiestas navideñas? También. ¿No es nada del otro mundo? No. De hecho, su pereza narrativa es máxima, y acaba dependiendo de la química entre los hermanos Anna Kendrick y Bill Hader, hijos de Papá Noel en esta película. Ella es una de esas actrices tan simpáticas y carismáticas que se basta y se sobra sola para que el público empatice con su personaje y quiera acompañarlo mientras dure el metraje. Hader, por su parte, consagrado para el gran público como el gran Richie Tozier de It 2, es otro comediante nato, y borda el rol de reticente sucesor de Santa Claus.
No tiene nada especial, pero tampoco es horrible. Pasable para las fiestas de fin de año y punto.

Lo mejor: Anna Kendrick y Bill Hader, dos comediantes natos con mucho talento y carisma (sobre todo ella).
Lo peor: Es lo que es, y parece imposible verla en otro momento del año que no sea Navidad.