Interesante western psicológico, de esos que su inteligente realizador, Richard Wilson, solía abordar (recordar su estimable "Invitación a un pistolero").
En este caso lo único malo que se podría decir del film es que, indudablemente, no tiene mayor ambición. Se trata pues de un film pequeño, modesto en cuanto a presupuesto, pero bien dirigido e interpretado, amén de que contiene un estupendo guión y aspectos como la preciosa fotografía en blanco y negro y el dinámico montaje, hacen que la película acabe convenciendo pues es redonda y deja un buen sabor de boca.

¿Que podría haber sido mejor? Pues hombre, puede, pero tal y como ha quedado se puede decir que es un buen ejemplo del agradable western que se hizo entre los años 1953 y 1956, principalmente, años llenos de excelentes pelis del oeste, como es el caso.

Como curiosidad, en un papel pequeño, pero agradecido, se puede ver a la siempre preciosa Angie Dickinson.
Está bien la cinta, resulta curiosa en algunos aspectos y convence por su clímax envolvente in-crescendo y el uso de la violencia empleado, que es el justo y necesario, ni más ni menos.

Además, contiene un estudio psicológico de los personajes bien modulado, con momentos cuasi originales (*spoiler)