Drama de corte realista pero con el que te identificas poco ya que no me siento identificado con un reportero de guerra, ni con una actriz ni con un granjero ni con una mendiga rumana ni con un inmigrante africano.

Es cierto que posee algunas escenas geniales como la pelea del principio o la tan comentada del metro en la que piensas eso me pasó a mí y tampoco moví un dedo, los bichos de ciudad somos como cucarachas que andamos mirando al suelo y rozando nuestras antenas para no chocarnos como en el genial dialogo de Walking life, mea culpa.

Haneke abusa ya demasiado de esos planos estáticos en los que usa 3 minutos para contarnos algo que se podría haber contado en 30 segundos, en otras películas suyas funciona muy bien pero aquí ya me empalagó demasiado.

La historia de los sordomudos y de la familia africana no la comprendí muy bien, sinceramente no me interesaba nada.

La de la rumana, me fascinó esa toma genial en la que un viandante normal y corriente pasa en dos segundos a convertirse en escoria social al poner un par de periódicos en una esquina y sentarse en ella con la palma de la mano tendida para recibir monedas.

La historia del granjero, mi niño no quiere limpiar caca de vaca, se quiere ir a vivir a la ciudad, le compro una moto a ver si se queda, coge la moto y se va, pues vale, no comprendí muy bien que sustancia tiene eso.

Las fotografías que toma el reportero en el metro son preciosas y tristes a la vez, esos rostros ausentes de las cucarachillas de vagón, me gustaría tener el valor de poder hacer algo así.

La tamborilada del final me provocó un leve dolor de cabeza, sinceramente estaba deseando que terminara ya.

Le doy un aprovado por que tiene detalles muy buenos, pero como conjunto es una película muy difícil de tragar.