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Chris Jiménez rating:
7
Thriller. Horror. Action C. Thomas Howell plays a guy taking a drive-away car from Chicago to San Diego. On a whim, in the rain, and against his better judgment, he picks up a hitchhiker (Rutger Hauer). The hitcher quickly admits to being a murdering psychopath, and once Howell finally gets him out of his car, he is pursued with all the vengeance of the ancient furies.
Language of the review:
  • es
February 26, 2018
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Entre las montañas y parajes desérticos que cubren el espacio de Death Valley, un misterioso ser aguarda, agazapado bajo la tierra, preparado para asaltar a aquellos que se atrevan a entrar en sus dominios...
Por puro acto de azar un chico acepta el desafío; sin saberlo será arrastrado a través de una carretera al mismísimo Infierno.

Por esa carretera se imaginó Eric Durdaller que conducía mientras escuchaba el clásico de The Doors "Riders on the Storm" en su largo trayecto de New York a Texas, pues se sintió absorbido por la historia de la canción, acerca de un cruel asesino en serie, y por su atmósfera evocadora y misteriosa. Nace John Ryder, de las sensaciones, pero su gesta hasta convertirse en un personaje de carne y hueso en pantalla sería ardua y convulsa, pues absolutamente a nadie interesaba el terrorífico calvario que él organizaba alrededor de un joven que, como el primero, viajaba de Illinois a California.
Para los productores Charles Meeker y Edward Feldman no había descripción posible a la inhumanidad de un guión infilmable salpicado con la sangre de mutilaciones, violaciones y varios desmembramientos explícitos, por lo que la prueba de fuego consistía en reducir el carácter de denostado "slasher" de explotación sádico para adoptar más el enfoque de un "thriller" a la Hitchcock, proceso que Durdaller afrontó por teléfono. Pero pese a todos los cambios realizados y las peleas con ejecutivos para mantener los puntos fuertes que la violencia demandaba, el espíritu de la historia se mantuvo. Gracias, por supuesto, a su antagonista principal.

Si la idea del guión surgió de puras sensaciones, esas deben ser las que dominan fuertemente al comienzo de "The Hitcher". El desierto aún cubierto por la oscuridad y las tenues luces del alba, un coche atravesando la autopista solitaria, y en ella Jim, ese Thomas Howell cuya carrera acaba de despegar, intentando mantener los ojos abiertos. Los acontecimientos sucesivos podrían interpretarse como el producto de un sueño, o más bien una pesadilla sin fin; en ella se materializa una silueta bajo la lluvia incesante, que no es sino la de Rutger Hauer haciendo autostop.
El conocedor de sus papeles ya podrá intuir que tal encuentro no va a terminar bien; en efecto, empapado, con el rostro contraído, esos ojos escrutadores y su voz ronca intentando llegar a la conciencia del chico, genera una atmósfera de tensión agobiante y horror tan deudora de Carpenter como de Hitchcock. Harto de interpretar a villanos, el holandés decidió que si habría de hacerlo una vez más éste sería el definitivo; y ahí estamos, atrapados en el desconcierto de la cabina de un coche a la que le empieza a faltar el oxígeno, como el pobre Jim, que inocente ha bromeado "Mi madre dice que no hay que recoger a nadie".

Robert Harmon, fotógrafo desde hace mucho tiempo y con tan solo un cortometraje a sus espaldas (una extraña y violenta "road movie" protagonizada por Charles Napier de policía acosador...) que rodado con muy pocos medios captó la atención del guionista y los productores, no nos da tregua en estos primeros minutos, como tampoco nos ha permitido conocer al chaval antes de verse asaltado por este monstruo que juega con la punta de su navaja cerca del globo ocular e incita al sacrificio. El primer gran giro está marcado por el espíritu de supervivencia del anterior, que arroja al psicópata al asfalto, contrario a la sumisión de los Roy y Gilbert de "El Autoestopista"; y aunque el Myers de la obra de Lupino, de seminal influencia, se mantenía en su asiento, Harmon no permite a nuestros pulmones abrirse para respirar...
Desliza su cámara a ras de carretera y se queda en los pies del tipo, que se alza y contempla a su presa alejándose. Su media sonrisa diabólica nos está mostrando a un maestro de ceremonias de todas las desgracias que a partir de ahora tendrá que encarar aquél; su lucha por vivir le inspira ganas de matar, del mismo modo que desafía a cada momento la lógica de la narrativa. Nada más propone Durdaller: cacería, pura y dura, y en cuyo afán por la destrucción y la sangre nace el germen de una conexión sadomasoquista, alcanzando el dolor un placer casi de índole sexual. De masacre en masacre, ¿cuál es la verdadera intención, el motivo? Ninguno en absoluto (¿la tenía el camionero de "El Diablo sobre Ruedas", acaso, y quien cumplía una función similar?).

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Sólo hay que aguardar a un último duelo encarnizado, que concluya de una vez con este periplo miserable, despiadado y cínico, esta odisea sin sentido a las tripas del Infierno que ha llevado al héroe al límite de sus capacidades...pero se debería haber resuelto sin presencia de agentes ni procesos legales. Y así, con las últimas luces de la tarde la pesadilla termina; imaginemos que Jim sólo se detuvo en un arcén a dormir y ha despertado, y nosotros con él, pero la presencia demoníaca aún se percibe, incluso después de los créditos...
"The Hitcher" gustó a fans del género y de esa fuerza de la naturaleza que es Hauer, pero jamás llegó a cautivar al gran público, y los sesudos críticos hicieron de ella la obra perfecta para odiar aquel año; así, como todos los clásicos de culto, fascina cuanto más se distancia de sí misma, y sus enigmas y total negación a la explicación siguen manteniendo ese indescifrable misterio que la convierte en una experiencia tan atemporal e insólita. Incluso dentro de los géneros en que podría ser enmarcada (¿horror sobrenatural?, ¿película de acción?, ¿"thriller" psicológico?) resulta toda una rareza...
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details. View all
Chris Jiménez
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