Tengo que admitir que a los diez minutos de película ya estaba enganchada, gracias a la presencia de la niña Quvenzhané Wallis. La historia en sí, siendo francos, es una tontería. El rollito existencial sobraba, los cerdos vietnamitas agigantados con abrigo también (supuestamente son Uros, bestias primitivas), y por muchos filtros poéticos que el director quiera usar, no vende la moto: Bathtub, o La Bañera, es un lugar asqueroso, deprimente, insalubre, donde no vivirían ni las cucarachas.
"Qué bonito y qué bucólico, mira como corretea la niña entre cadáveres de animales muertos, tírale una foto, Manuel, ahí junto a la vaca destripada".
Esto... No.
Por otro lado, la historia paterno-filial de Hushpuppy (nombre adorable donde los haya) y Wink me ha parecido profundamente entrañable desde el principio. Todo cuanto la rodea, incluyendo la miseria, le da una calidad y una intensidad a esta relación familiar que me ha resultado preciosa de principio a fin, de verdad. Es una película rara, y sigo sin tener muy claro qué nos querían decir, si va sobre las raíces que echamos en un lugar, si va sobre la relación de la niña con el padre, si va sobre la madurez o la imaginación, es que no lo sé, es una de esas películas de corte realista mágico que no te deja muy claro su objetivo, pero como dije al principio, qué os voy a decir, si a los 10 minutos ya me había conquistado la pequeñaja. Quiero media docena como ella, para llevar.
Ah, sí, la Banda Sonora es muy agradable y acertada, compuesta por Dan Romer y (¡qué polifacético este hombre!) Benh Zeitlin otra vez.

Le he dado un 6/10.