Partiendo de una historia interesante, Calparsoro nos conduce, con su buen oficio, durante un primer tercio de película, por un thriller enigmático que interesa. Con esas premisas tan prometedoras, la cosa empieza a declinar cuando empezamos a sospechar que la historia no tiene salida, que no habrá una explicación creíble para el espectador y todo se emborrona cuando asistimos, sin sorpresa ninguna, a un tercio final verdaderamente increíble, melodramático y sin pies ni cabeza. Con todo, la película no ofende y se deja ver, los actores ponen interés en defender sus papeles (chirría un poco Dechent, con el gesto asombrado y permanentemente en un extraño estado de shock) y salimos del cine con el sabor agridulce de lo que parecía ser y no fue.