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Luis Guillermo Cardona rating:
9
Adventure. Drama Brian Fitzgerald "Fitzcarraldo", an eccentric and megalomaniac businessman obsessed with opera, has been losing his prestige and fortune in absurd ventures with no future. His latest project is to build an opera house in a Peruvian village on the banks of the Amazon; to raise the capital necessary to finance such a grand enterprise, he dedicates himself to the rubber trade. His extravagant plan requires taking a large riverboat out of ... [+]
Language of the review:
  • es
April 6, 2020
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“Los indios de la selva, llaman Cayauari a este país donde, Dios, no terminó su creación. Tan solo cuando el hombre haya desaparecido -creen ellos- volverá Él para terminar su labor”. Esta introducción que hace el director y guionista, Werner Herzog, debe tener un sentido, pues, cabe preguntarse: ¿Qué es lo que quedó faltando en la labor del Creador?... Acaso, ¿un teatro de ópera en la selva?, ¿Hacer más transitables los ríos sin los peligrosos rápidos?... ¿O, quizás, mejores sentimientos entre los nuevos hombres para que aprendan, por fin, a vivir como lo que somos: Hermanos?

Siento que, esta “lunática” película –que, entre otras cosas, significó la supresión de todo lo rodado con el actor, Jason Robards, quien se enfermó tras varios días de rodaje; ataques de tribus rivales; accidente de avión de suministros con algunas víctimas mortales; inundaciones que interrumpían el rodaje… y virulentos ataques de prensa-, contra todo tiene su magia, pues, da cuenta de cosas tan significativas como la sensibilidad de los indígenas ante el bel’canto -¿acaso es, ésta, la profunda razón del irlandés, Brian Sweeney Fitzgerald (Fitzcarraldo), para querer construir el teatro en la selva?- De otro lado, muestra cómo individuos de diferentes razas y culturas, podrían llegar a convivir en paz si son movidos por un objetivo común; y la Unicidad ¿no sería acaso el motivo supremo?

De otra parte, y aunque se podría alegar -desconociendo, claro, las condiciones en que trabajó con ellos- que, Herzog, hace a los indígenas víctimas de lo que cuestiona, tiene gran peso la demostración de que, el resultado satisfactorio de muchas grandes obras -arquitectónicas, sociales, de infraestructura y otras labores como las que aquí veremos-, se ha debido al valioso compromiso de los nativos, participando como esclavos o como asalariados.

Klaus Kinski, posee ese aire de “locura” natural que lo convierte en ideal para ese otro loco-genio llamado, Werner Herzog, y su rol resulta memorable. Junto a él, Claudia Cardinale, es Molly, su inspiración; y junto con Aida -remembranza del mundo operístico-, dará nombre al memorable barco transportado de una manera que supera con creces lo que, cierta vez, sucedió en la realidad.

<<FITZCARRALDO>>, tiene momentos que nos aseguran asombro y poesía (tan solo ver ese pesadísimo barco subiendo por esa compleja estructura sin trucajes de ningún tipo y con la voz de Caruso ambientando el hecho, resulta deslumbrante). En la “locura y megalomanía” del empecinado, Fitzcarraldo, fluye una sensibilidad artística y humana que, en parte, hay que abstraerla… y esos indígenas que, aunque muy poco sonrían, asumen la tarea como un jolgorio, nos dejan ver una luz que resplandece en sus sagrados espíritus. Admito que reclamo una mayor exigencia en la edición ya que el desarrollo se hace demasiado extensivo, pero, el resultado general es muy satisfactorio y el director alemán tiene, aquí, otro de sus grandes logros cinematográficos.
Luis Guillermo Cardona
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