Parece que una vez sobreexplotados los superhéroes de los cómics, ahora Hollywood ha encontrado un nuevo filón en los villanos. Y “Joker” se postula como elemento referencial de esta nueva etapa. Tood Phillips acierta desmarcándose del puro divertimento de capa y mallas para abrazar la seriosidad del thriller con transfondo psicológico, dándole profundidad a un personaje que acaba revelándose más grande que la propia película. En este sentido, Joaquin Phoenix no desaprovecha la ocasión de brindar una actuación de las que quedan en el recuerdo. Su Joker se muestra como ese personaje torturado por un pasado oculto y maltratado a la vez por una sociedad en la que no tiene cabida. No son, por tanto, gratuítas las referencias al Travis Bickle de “Taxi driver”.

Alterna, la película de Tood Phillips, grandes momentos (la visita de sus compañeros, esos planos metamorfósicos de Arthur bajo la lluvia o las referencias al personaje de Batman) con secuencias de menor calado, en las que Phillips parece querer acercarse a las viñetas de los cómics que dieron origen a su personaje. Esto y una excesiva previsibilidad en la narración lastran, sin ninguna duda, una película concebida desde la mente perturbada de Arthur Fleck, lo que permite a Phillips jugar con el espectador, con la realidad y la imaginación, en un ejercicio que busca, y logra me atrevería a decir, la complicidad y empatía con un Joker reivindicado finalmente como salvador de las clases oprimidas.

Lo mejor: la visita a casa de Arthur de sus dos compañeros.

Lo peor: algunas soluciones narrativas no están a la altura.